Capítulo 5: Trato.

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Sinceramente, jamás hubiese imaginado poder crear el relámpago con Zak

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Sinceramente, jamás hubiese imaginado poder crear el relámpago con Zak. 

Pensaba que aquello que nos mantenía unidos, había desaparecido por completo de nuestras vidas. 

Pero al parecer me equivoque rotundamente.

Volviendo al partido, después de haber liberado el relámpago, nos dirigimos a toda velocidad hacia el rey con el propósito de quitarle el dö. 

¿Sencillo no es así?

O al menos eso es lo que pensábamos, hasta que en un movimiento de agilidad y rapidez, el rey anoto el kai decisivo. 

Así es, perdimos.

Al parecer no era la única sorprendida, viendo la expresión de los demás, estaba de más decir que no esperábamos aquello. 

-¿Qué?– balbuceó Kiet.

-Necesitan perfeccionar sus poderes chicos, de lo contrario los comandantes invadirá su dimensión.–

-Quisiera ser más específico por favor.– pidió Zak.

-Mi punto de vista es, que si quieren vencerlos, las tácticas y estrategias de ataque, así como sus poderes deben estar totalmente centrados en su objetivo principal.- explica. -En pocas palabras, la energía que propagan no es la suficiente.– 

-Entonces, eso quiere decir que los poderes básicos tienen un potencial máximo que dar.– concluí.

-Exacto.– aprobó. -Un ejemplo claro son ustedes dos.– apunto hacia nosotros. –Zak y Cloe, el relámpago es potente, bastante diría yo, pero para ello se requiere liberar otro sentimiento, una nueva razón.– explicó. -¿Están seguros de que entre ustedes no existe algo más?– nos interrogo.

-No, no, no.– negué rápidamente. -¿Él y yo?- nos señalé. -Solo somos... conocidos.- expresé. -El resto es pasado.- 

-¿El resto?– preguntó. Parecía bastante interesado en conocer la demás parte de la historia. -Esto suena interesante.– manifestó el Rey.

-Y se pone mejor.– dice Kiet. A lo que Zak y yo lo fulminamos con la mirada. -¿Qué?- pregunta. -Es la verdad.- se defendió.

-No lo malinterpreten, pero ambos harían una linda pareja.–

Es en estos momentos incómodos, donde no sabría si sentirme agradecida u ofendida.

-Donde hubo fuego, cenizas quedan.– continúo Kiet.

Él ríe levemente. –Bien, bien. Supongo que la historia la dejaremos para otra ocasión.– dice. –Es hora de hacerles entrega de sus armaduras, síganme.–

Posteriormente de haber acabado el partido, el rey nos dirigió hasta su castillo. Ya dentro, tuvimos que a travesar varias puertas; y eh de decir que conforme íbamos avanzando, estas cada vez se iban tornando de un aspecto más rustico, y viejo. 

Has cambiado࿓ Zaloe.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora