Sarah se pilla una cogorza del quince

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–No puedo creerme lo que estoy haciendo. Esto es de locos...-Dijo Sarah.

–Pues yo creo que es una forma perfectamente normal de desplazarse en humanos.

La tranquilidad de Hoggle no la reconfortaba demasiado.
Sarah siempre había tenido una imaginación desbordante, y aun así tomó cuantiosa paciencia su normalización de todo lo que había visto y hecho en el laberinto pero esto, esto rozaba lo ridículo.

–Tú tranquilízate, intenta pasar desapercibida...no te acerques demasiado al sol, no serías la primera que se desmaya por el calor. Evita viajar muy alto de noche, o te congelarás. Mejor dicho intenta no viajar muy alto nunca, cuesta más respirar...A ver, coge esta brújula, y el tarro. Ahora agáchate.

–¿Para qué?

–¿Cómo quieres que te los eche ? Mides medio metro más que yo. Además, duran más si te caen en la cabeza.

–¡Dios mío...!- Gritó curiosa cuando Hoggle abrió el tarro.- Son preciosos... No puedo creerme que vaya a hacer esto... Como en el puto Peter Pan.- Susurró.

–¿En qué?

–Peter Pan, una historia que hay en mi mundo sobre un niño que vuela con otros hasta una isla en la que no pasa el tiempo, y vuela gracias al polvo de hadas, aunque en la peli era dorado...-cuidadosamente Sarah dejó que sus dedos tocaran ese brillante polvo que Hoggle le había mandado sostener. -Está... Como, no húmedo pero...

–Fresco. Hoggle puso cara de orgullo y satisfacción, Sarah de asco.

–Hoggle, ¿dónde conseguiste este polvo de hadas?- preguntó Sarah , ensimismada con la reluciente brillantina plateada que le resultaba tan atrayente.

–Pues de las hadas, por supuesto.

–Eso me lo imaginaba- le lanzó una mirada y volvió a embelesarse. -Es... superbonito...

–Lo conseguí de hadas pixie, concretamente la hadas que merodeaban en los muros del laberinto.

–Quieto ahí. ¿A las que estabas matando?– La expresión de Sarah se tornó visiblemente alarmada y seria.

–Oh, no las mataba, solo las dejaba sin sentido y recogía un poco de polvo.

–Pobres...

–¿Te olvidas de lo que pasó la última vez que compadeciste a una de esas pobres hadas?

–A ver...

–Sarah, son una clase Silvestre de pixies, son como animales. Solo que con menos sentimientos.

–¿Qué son exactamente los pixies?

–Hadas o duendecillos muy pequeños, como esos. Los hay civilizados, su raza goza de una gran influencia de hecho. Las del laberinto no representaban un peligro, porque era un numero muy pequeño el que había y porque no saben organizarse, su instinto se lleva lo mejor de ellas. No crean como sus hermanas sino que se dedican a molestar y perjudicar...Son como las malas hierbas del lugar. Vendí todo el que tenía, excepto eses botes , te darán para llegar al castillo en tres o cuatro horas, si fueras sin parar para comer o descansar... Sarah hablando de eso.

–¿Sí?

–¿Eres consciente de que corres un gran riesgo comiendo comida fae? Si comes la cosa equivocada puede que te quedes atrapada para toda la eternidad aquí, o por lo menos hasta que dejes de vivir.

–¿Qué? Ni había pensado en traer comida, fue todo muy rápido...

–Te daré pan y queso hechos por Molly para el camino.

–¿No será comida fae si la prepara un hobbit? Hoggle rió.

Retorno al laberinto.Where stories live. Discover now