A Sarah le joden el fin de año.

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(Me he tomado las siguientes licencias respecto a la historia original : los goblins no son solo esas criaturas pequeñas e infantilizadas , como se presentan en la película, sino que de hecho hay cierta variedad, y hay unas cuantas subespecies de este tipo de hadas, como el tipo del banco de Gringotts, otra es una constituida por goblins altos, de orejas puntiagudas, gruesa piel verde oscuro, delgados y desgarbados, con alargados brazos y dedos seguidos de uñas negras, dientes afilados y ojos inyectados en sangre sobre un fondo amarillento.
Los goblins de la película y el libro, a los que Sarah tuvo que enfrentarse, en este fanfic son los anteriores.
La otra licencia a sido que en vez de tener la opción de ver a sus amigos a través del espejo, se le otorgó el poder de regresar en el momento de su vida que ella eligiera al laberinto para visitar a sus amigos, por lo que se entiende que no ha habido contacto entre ellos y ella desde que recuperó a su hermano y se despidieron años atrás. Muchas gracias por leer y espero que la disfrutéis.)

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–Sarah, van a ser las 9, ¿pretendes ir a cenar o qué?

–¡Que sí! ¡Espera! ... ¡AH!- Gritó Sarah.

–¿Estás bien? le preguntó su madrastra desde fuera del cuarto.

–Ah...- suspiró aliviada. - Sí, pensé que me había cargado un tirante...

–A este paso tendrás todo otro año para arreglarlo, ¡¿quieres salir ya?!

Su relación había cambiado mucho desde la repentina madurez adquirida de Sarah aquel día en el laberinto. Ella no la antagonizaba tanto y su madrastra se mostraba más afectuosa a cambio, al cabo de un año se llevaban de maravilla.

–Oh, vaya, estás preciosa. Ese color te queda de cine. ¿Qué tela es?

Un vestido rojo y liso que llegaba hasta casi los tobillos, de estilo sencillo, tirantes con un gran escote plano y ligeramente entallado en la zona de las costillas. Era clásico y muy elegante, el color sangre-borgoña del terciopelo hacía un contraste precioso con su blanca piel y el pelo negro y largo hasta la cintura, con un broche de oro en forma de libélula que había pertenecido a su abuela, uniendo dos mechones en el medio. Aquella noche estaba ciertamente hermosa.

–Terciopelo. Es increíble que este vestido me haya costado tan poco...- comentó.

–A tu padre no le gustará tanto cuando vea ese escote...- decía Karen divertida.

–Entonces es su problema, no debe juzgar a las mujeres por cómo visten.- le respondió tajante mientras se ponía el último tacón.

–Sí. Bueno. Cambiando de tema; tienes que recoger a Toby y a la niña en casa de los abuelos, ya se hace tarde.

–Ah, mierda, cierto. Ya voy. Estoy buscando los tennis, no puedo conducir con esto...-Dijo sacándose de nuevo los tacones.

–Yo tengo que ir casi a las afueras de Londres a buscar a Margaret, si coges tu coche ahora nos dará tiempo a llegar a la cena mas o menos por la misma hora... Y si llegas antes Sarah, no dejes que mi madre te provoque, ya sabes como es, no queremos que se nos chafe el fin de año con tensiones innecesarias... No conviene irritarla...- le advirtió.

Sarah asintió, Karen tenía roces con su madre, ella era bastante estricta incluso para ser inglesa, como su padre solía decir, y quería evitar dramas familiares.

Después de abusar un poco del acelerador por las carreteras secundarias, llegó a su destino con tiempo de sobra. Al salir del coche, el frío y la creciente penumbra de crepúsculo le provocaron escalofríos. Se disponía a llamar al timbre cuando la puerta se abrió de repente.

Retorno al laberinto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora