La promesa de hermanos

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Félix abrió los ojos de golpe, el olor de la habitación de hospital era fuerte, por un momento había perdido la razón, no sabía dónde se encontraba, pero luego recordó lo sucedido.

- Veo que por fin ha despertado, Sr. Agreste.-dijo el doctor entrando en la habitación.

- ¿Qué me sucedió?-preguntó tocándose la cabeza. - Me duele un poco la cabeza.

- Se descompuso cerca del estudio de los Césaire, al parecer sintió que se estaba ahogando mientras recordaba algo, a veces los malos momentos del pasado nos hacen sentir mal y hasta llegar a enfermarnos tanto físicamente como mentalmente.-explicó el doctor.

- Ya veo... es cierto, recordé algo que era muy importante para mí, algo que perdí hace unos años.-respondió el rubio mientras sus ojos brillaban.

- Pero no sucedió nada grave, se le subió la presión, pero estará bien, una joven de cabello azabache y otros jóvenes lo trajeron hasta acá, esa chica le estuvo haciendo compañía durante el camino, hasta se puso a pelear con algunas enfermeras porque quería entrar, pero no se podía, pronto podrá verla, parece ser que a ella le importa mucho señor.-dijo mientras anotaba en un cuaderno.

Félix se impactó al oír esas palabras, esa chica... de cabello azabache, Marinette, ella lo había traído hasta ahí.

- Realmente... le importó a ella, no creí que nadie se preocupara por mí, pero ella...-dijo en su mente.

Ella sí lo hizo.

- Voy a retirarme Sr. Agreste, debo ir a la sala de emergencias ahora mismo, si necesita algo, avísele a una de las enfermeras y yo vendré.-dijo el adulto.

El médico se retiró de la habitación dejando solo a Félix junto con una enfermera quien estaba ordenando algunas cosas en la habitación.

- Otra vez, me encuentro en un hospital.-dijo mirando a sus alrededores. - Solo que, la única diferencia... es, que esta vez, yo soy el paciente.-pensó.

Se escucharon unos toques en la puerta, la señora fue a abrir inmediatamente

El rubio tenía la curiosidad de ver quién había entrado, alzó un poco su cabeza y la miró.

- ¡Hola! ¿Cómo está el paciente?-preguntó la azabache muy animada.

- Yo... estoy bien, no tienes que preocuparte.-respondió el rubio seriamente.

- Si lo hice, me preocupé mucho por ti, pero veo que ya te sientes mejor.-contestó Marinette sonriendo.

- Sí... me siento bien.-dijo el joven sonrojado.

Félix tenía la cara más roja que un tomate, trató de cubrirla con sus manos, Marinette no entendió ese acto, pero no dijo nada, simplemente se sentó en una silla cerca de la cama del joven.

- ¿No vas a preguntarme qué me sucedió?-preguntó molesto.

- Bueno, no quiero que te vuelvas a sentir mal, así que si no quieres hablar del tema, yo lo respetaré.-respondió.

- Pero... yo si quiero, quiero contárselo a alguien antes de que ya no pueda hacerlo.-pensó en su mente.

- Marinette, yo...-dijo sin terminar de hablar.

En la puerta de la habitación se encontraba el rubio menor, que estaba esperando para ver a su hermano.

- Permiso, ¿Puedo pasar?-preguntó Adrien.

- ¡Adrien!-exclamó su hermano. - ¿Cómo entraste?

- Bueno, la puerta estaba abierta-dijo señalando la puerta.

ReencuentroWhere stories live. Discover now