15• One love: Ágape.

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Se supone que debería decir algo. Cualquier cosa.

Quizá debería regañarlo por no haberse puesto en contacto con ellos. O decirle que ha crecido mucho en esos últimos meses, aún si solo han sido un par de centímetros.

Lo hará más tarde, por ahora lo único que quiere es seguir abrazando a su hijo y proporcionar un poco de calor al frío y tembloroso cuerpo.

Yurio no deja de llamarlo entre sollozos y debe obligarse a no llorar también, mucho menos a mitad del pasillo.

Con delicadeza, Víctor toma a su hijo en brazos y se las arregla para abrir así la puerta de la habitación. Ya hablarán después de lo irresponsable que es por dejarla sin seguro.

Los ojos azules recorren la estancia hasta dar con la cama. Se acerca a depositar con sumo cuidado al niño en el lecho, sentarse en el suelo para no perder contacto visual con las orbes verdes y seguir acariciando los mechones de cabello rubio.

Después de todo ese tiempo, volver a ver a su hijo le provoca una calma tan grande y felicidad por partes iguales. De alguna forma se siente como si volviera quince años en el tiempo; Y ve al pequeño bebé rubio en brazos de su esposo cuando fueron a buscarlo al orfanato.

Durante ocho meses la culpa a estado carcomiendo a Víctor desde que su hijo dio un paso fuera de Yutopia. Y ese sentimiento se multiplicaba cada vez que Yullian preguntaba por su hermano mayor. Pero se sintió como la peor escoria en toda la cloaca que es éste mundo cuando tuvo que informar a su amado esposo sobre el paradero de su hijo.

Fue como ver de nuevo a Yuri la noche que Yulia y Mathew murieron;
La desesperación y frustración combinando con la tristeza hacían estragos en el azabache por no saber nada del bebé que compartía su nombre.

La reacción fue mayor al sentir que perdía a su propio hijo y no al de su amiga.

Aún cuando el japonés aceptó que de verdad era lo mejor tomar un poco de distancia para que Yurio pensara adecuadamente, las cosas empeoraban cada vez que Yuratchka se negaba a tener algún contacto con ellos.

Víctor debía luchar contra sus propios sentimientos de dolor para apaciguar los de su destrozado Yuri y un confundido Katsudon.

Como Alfa, su deber era mantenerse fuerte para su familia.

Como padre, la furia contra sí mismo y la sensación de haberle fallado a su cachorro lo atormentaban.

Zet llamaba regularmente a Yutopia, preocupado por sus tíos y el pequeño Ian. Gracias a él sabían lo que Yurio hacia y como se encontraba.

Sin embargo, Yuri y Víctor percibían que no estaba realmente bien. La preocupación por su bebé rubio incrementaba cada vez que lo veían fallar un salto en sus últimas competencias, la seguridad de su hijo menguaba y la culpa de padre crecía.

Por eso vió una excelente oportunidad cuando Otabek Altin llegó a su hogar buscando a su esposo.

Tener al Kazajo bajo su mismo techo no fue tan raro como creía. Aunque probablemente se deba a que pudo relajarse a su lado ya que Yurio no estaba rondándolo y así los celos paternos no salían a flote.

Pero, sobretodo, agradeció que su presencia trajera la distracción y diversión necesaria para que Yuri y Yullian sonrieran de nuevo.

Cuando la tanda de vídeos sobre la vida de Yuratchka terminó, Otabek soltó un comentario tan irrelevante para él como esclarecedor para Víctor:

"— Si Yura viera ésto, sabría lo mucho que ustedes lo aman."

Al día siguiente ya estaba despidiendo al Kazajo en el aeropuerto con un plan fríamente calculado y todas sus esperanzas en un disco repleto de memorias y sentimientos.

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