Capítulo 4

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18 de octubre de 1982 -  Mansión X-MEN en la madrugada.

Rogue sintió una mano sobre su hombro, se levantó de golpe y su chaqueta crujió ruidosamente de la parte trasera; unas hermosas alas blancas habían nacido en su espalda.

-No quería alterarte- se disculpó Kitty-. Ya aterrizamos. 

No quedaba nadie dentro de la nave a excepción de ellas dos y Gambito que las observaba atentamente.

-Gracias.

Tomó su bolso y avanzó a la salida ignorando a ambos. Bajó las escaleras y se encontró con un ambiente que le resultaba familiar, ella se había pasado mucho tiempo en la parte baja de la Mansión. Ahí estaba la pista de aterrizaje (perfectamente oculta bajo una cancha de baloncesto), aquella Sala y la enfermería. Era el sótano de la Mansión, un lugar que solo los X-MEN conocían y solo ellos frecuentaban. Grandes focos iluminaban las instalación y el Ave Negra descansaba en el centro mientras brazos mecánicos verificaban su estado.

-¿Recordando viejos tiempos?- preguntó Hank a su espalda.

Al parecer ya todos se habían salido del lugar y probablemente se dirigían al piso de arriba.

-La ultima vez que estuve aquí la Sala Peligro me llevó directamente a la enfermería- sonrió.

-Y yo cuidé de ti durante dos días, jolie- habló una voz tras de ella.

Gambito caminaba a paso lento hacia ellos.

Tiene esa mirada que cree hacerlo irresistible, se dijo Rogue.

-Bueno- dijo bruscamente ella-, eso fue porque eres un idiota.

-¿Fue idiota quedarme contigo, porque te amo?-  preguntó.

Ella lo miró sorprendida, pero no contestó. Se giró para continuar hablando con Hank, quien no parecía nada impresionado tras la declaración de Gambito.

-¿Dónde puedo pasar la madrugada?

-Sus cuartos continúan desocupados, nadie a podido llenar ese lugar- le sonrió.

-Fue un gusto volver a verte Hank.

Él la miró extrañado.

-¿No te quedaras? 

-Este ya no es mi hogar. Hablaré con Charles Xavier y me iré silenciosamente luego de descansar. 

-Déjame llevarte en auto a donde vallas, como mínimo. 

-No será necesario. Tengo mi medio de transporte- señaló sus nuevas alas.

Miró por encima de su hombro, los ojos rojos de Gambito la incitaban a quedarse. Ella podía notar que era una suplica silenciosa.

-Adiós.




Casi diez años habían pasado desde que Rogue había vivido en la enorme Mansión, pero todo resultaba reconocible. La mañana anterior no había podido contemplar lo igual que se encontraba, aunque ahora todas las puertas estaban cerradas  con llaves, pues de seguro a estas horas todos los alumnos continuaban durmiendo. Al final del pasillo del primer piso estaba el despacho del Profesor.

Tocó una sola vez y entró.

-No me gusta tu cambio de modales, Rogue.

Era como regresar al pasado, Xavier estaba sentado al otro lado de su escritorio mirando por la gran ventana que ocupaba una pared entera. 

X-MEN: Intocable {Terminada}Where stories live. Discover now