17| Mente Maestra

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—Bien.— aceptó Finnick, observando los ojos marrones de la chica, transmitiendo que no estaba muy de acuerdo con ello.— Le diré a Bogs que el entrenamiento para ti sea leve y mantendré mis ojos todo el tiempo en tu silueta. Te sucede algo y nos volvemos.

Ella asintió, con una sonrisa en sus labios. Lo besó, sintiendo los cálidos labios chocar contra su piel. Sentía los brazos de su amado rozar su cuerpo, abrazándola, sintiendo el profundo sonido de su corazón palpitar.

—Iría de todas maneras, me dejarás o no.— admitió.

El entrenamiento no fue muy difícil, o al menos para ella. Había estado haciendo actividades así desde que era pequeña, y el cuerpo tenía memoria. Entrenó por unas horas con Katniss y Finnick, ellos siendo lo suficiente delicados con ella para notar que estaban dejándola ganar. Katniss era la segunda ajena a la familia que sabía sobre su embarazo, aparte de Remus. El Sinsajo había reaccionado genial, aunque le seguía el rollo a todas las preocupaciones de Finnick y eso le irritaba bastante. Sin embargo los golpeó un poco y pudo demostrar que aún su cabeza recordaba lo aprendido, que sus músculos reaccionaban a acciones ya producidas. Trepó sogas y se arrastró por el piso, hasta que acabó, casi muerta. Su cuerpo sudaba, pero eso sólo la incentivo más. Se sentía contenta consigo misma y con lo que había logrado.

—Quiero que conozcas a Annie.— dijo él rubio, cuando la castaña salió de la ducha toda mojada. Él la esperaba en la puerta, ofreciéndole la toalla. Keera lo observó sorprendida, puesto a que jamás pasó por su cabeza hablar con la chica. La había visto en una camilla en la enfermería y cuando Artemis iba a sus visitas diarias, la ojeaba un poco. Sabía que estaba loca y por esa razón jamás se había propuesto acercarse más. Tomó la toalla blanca que le ofrecía y se la enroscó en su cuerpo.

—¿Ahora?— preguntó y él asintió. No era tarde, todo lo contrario. Antes de meterse al baño había chequeado que eran las tres de la tarde, tampoco había estado mucho tiempo debajo de la lluvia artificial.— Está bien, sólo deja que me vista.

Keera aceptó, porque quería conocerla en persona. No la había visto en su boda, y según Katniss, ella permanecía en su habitación. La mujer no estaba estable y con la tortura que recibió por parte del Presidente Snow, todo lo poco que tenía sano se había ido a la borda. Le daba pena y realmente esperaba que ella mejorase. Finnick solía hablar de Annie, sobre cómo la quería y todo lo que había hecho para protegerla.
Tal vez antes no había sentido la necesidad, pero Annie Cresta había hecho feliz a Finnick por un tiempo y él la había mantenido cuerda. Quisiera o no, ella siempre sería cercana a su esposo.

Mientras se vestía, observó su estómago al descubierto. No había ningún indicio por fuera de que otro ser estaba siendo engendrado allí, pero sabía que ahí dentro estaba su bebé, que dentro de unos meses comenzaría a hacerse notar más. Sonrió, estaba demasiado feliz con todo lo que había logrado. Se prometió a sí misma liberar al país de Snow, así su primogénito podría nacer en un sitio tranquilo, sin preocupaciones. Quería descansar y saber que cuando este naciera, no tendría que ir a los Juegos cuando alcanzara la edad necesaria.

Las manos de Finnick se posaron sobre las suyas y luego se movieron para acariciar su estómago desnudo. Él tocó su piel delicadamente. Ellos habían creado una vida sin saberlo.

—Pronto tendré una panza gigante. — murmuró la castaña, soltando una pequeña carcajada. Finnick besó su cuello.— Eso no es justo.

—Te verás aún más hermosa. — él se alejó unos pasos y le cedió una camiseta suya. Desde que se había mudado a su habitación, apenas había tocado su ropa. Usualmente solía colocarse alguna camiseta lo suficiente grande para sentirse liviana.

Hurricane ✓ ⋆ Finnick OdairOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz