05| Problemas

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CAPÍTULO CINCO

Keera se arrojó sobre la chica en llamas, mientras comenzaron a pelear. Sus golpes no fueron para nada infantiles y torpes, ambas estaban enojadas y ambas eran obstinadas.
La chica Pevensee era bastante destructiva y potente, su energía casi nunca se apagaba. Ignoró sus mareos y dolores, mientras golpeaba a la chica. Tomó de los cabellos a Katniss, y trató de rancarle un poco de su cabellera. Pero la otra muchacha tampoco se quedó muy atrás, devolvió los gestos con codazos y patadas. La empujó al suelo, y allí comenzaron a pelearse una vez más. Golpe tras golpe, rasjuño contra rasjuño.
La nariz de Keera sangraba y la de Katniss también lo hacía, sin cortar el gran rasjuño que le adornaba su rostro.

—Debemos detenerlas.— murmuró Peeta, hacía Finnick. Él rubio lo pensó por unos segundos, mientras miraba como ambas chicas se golpeaban. Hasta que asintió, el plan de Haymitch significaba protegerlas a ambas. Sabía que si no detenían a Keera, ella no pararía y todo eso terminaría con el sonido del cañón y una imágen en el cielo.

—¡¿Qué haces?!— gritó la chica, mientras era tironeada lejos del Sinsajo. Su cara estaba roja de la cólera y la fiebre. Le dio algunos codazos a Finnick, que la sostenía fuertemente de los brazos. La muchacha sólo quería golpear a Katniss Everdeen, y no le importaba asesinar a quien fuera para lograrlo. No le importaba asesinar a Finnick para que la soltara, tampoco a Peeta que tenía a Katniss agarrada.

—Recuerda.— murmuró él rubio en su oido. Se sentía presionada contra el cuerpo de Finnick, y sabía que él no la iba a dejar ir, no si seguía con ese enojo contenido. Entendió aquello que él queria decirle a traves de esas palabras secretas y todas aquellas que no había dicho. No debía matar a Katniss, habían hecho un trato. Y parte de los tributos allí lo sabían. Finnick le explicó a través de sus ojos de color al océano, que tenía que ignorar la gloria, su orgullo y todo lo que Keera Pevensee contenía. Hubo una pelea de miradas, hasta que la castaña se detuvo. Mantuvo sus ojos fríos y calculadores, igual que al inicio. Trató de contenerse, aunque aún la ira acompañaba su cuerpo y a su corazón. Tuvo que quebrar aquél orgullo que la mantenía viva, para sólo intentar calmarse. Inhaló y exhaló varias veces, manteniendo su cuerpo en calma. Poco a poco le comenzó a funcionar y con los ojos cerrados se relajó.

»¿Estas bien?— preguntó Finnick, luego de unos segundos.

Su pierna aún seguía escosiendo y su cara sangraba. Lo único que la hacía feliz era ver los rasjuños en el bello rostro de Katniss.

—Mi pierna duele como el jodido demonio.—confesó.—Todo por su jodida culpa. Es una psicótica.

Señaló a la muchacha con un asentimiento.

—Lo siento.— recibió de su parte.

—¿Ahora pides perdón?—Keera soltó una carcajada sin humor. Si Finnick no estuviese allí, deteniéndola, el segundo round habría dado inicio.—No necesito tus jodidas disculpas.

Un sonido comenzó a oirse, viniendo desde el cielo. Sus cabezas se levantaron, mientras miraban un objeto cayendo de un paracaídas. Peeta agarró el frasco de metal.

—Es para ti.—dijo él chico del doce, ofreciéndoselo. Keera lo tomó rápidamente, deshaciendo su cuerpo de los brazos fuertes de Finnick. Bajo la mirada atenta de todos, ella leyó el papel que estaba pegado.

Para Keera Pevensee.

Eso era lo que decía fuera. Su entrecejo se frunció y observó aquél papel blanco hasta el mínimo detalle. Era muy extraño tener patrocinadores luego de todo, luego de lo que había hecho y dicho. Básicamente había gritado hacia todo Panem que odiaba los Juegos y a los ciudadanos del Capitolio. No tenía sentido. Pero cuando giró aquél pedazo de papel, se percató en algo. En el lado trasero decía unas palabras, que eran un secreto dedicado a ella misma.

Hurricane ✓ ⋆ Finnick OdairOù les histoires vivent. Découvrez maintenant