No. No está listo.

- No hay nada de que hablar.

Escucha como su madre suspira y siente como poco a poco se va recostado en la cama, llevándolo con él.

Cuando por fin están cómodos, Yurio quiere salir corriendo de la habitación. Recostado de lado, frente a frente con Yuri, se ve obligado a decir la verdad.

Más aún si su madre lo ve con tanto cariño bajo el cansancio del resfriado y sus manos calientes le acarician las mejillas.

- Entiendo que es difícil hablar de algo tan incómodo, Yurio, pero debes decirme quién te hizo eso.

- No me hizo nada.

El rubio sonríe ante la mueca frustrada del azabache.

- No entiendo, ¿Por qué no quieres decirme?

Ah, no.
No, no, no...
... Ahí está su carita de cachorro.

Por supuesto que Yurio entiende que todo el mundo crea que siempre consigue lo que quiere porque sus padres lo miman mucho y lo conscienten demasiado, y es verdad. Pero básicamente aprendió todos sus chantajes y gestos de manipulación de uno de sus padres en especial.

Y aunque nadie lo crea: no es Víctor.

Yuri siempre consigue lo que quiere del Ruso porque éste no puede negarle nada a la carita suplicante de su esposo y eso es algo que Yuratchka aprendió desde su tierna edad. Una vez que imitó la expresión frente a su padre a modo de prueba, supo el gran poder que esos ojitos llorosos y el puchero tenían sobre el de ojos azules.

Pero así como Víctor sede ante su hijo y su esposo, Yurio obtiene su Karma ante su madre; al no ser capaz de negarle nada si lo ve con esos amados ojos chocolate.

- ¡Eres tan injusto, mamá! -Grita cubriéndose con las cobijas. Al instante los brazos de Yuri lo envuelven.

- No hagas eso o mi poder mental no funcionará, Yura~

- ¡No me digas así!

- Pero si a Otabek no le dices lo mismo...

- ¡AH! ¡NO LO DIGAS, MAMÁ!

Segundos después ambos están en una batalla de cosquillas. Los dedos de Yuri viajan expertamente bajo la montaña de colchas para atacar las costillas de su hijo, como tantas veces.

Por primera vez en días, Yurio cree que el río vuelve a su cause, el mundo sigue girando y él sigue siendo el siempre seguro de sí mismo Yuratchka Nikiforov.

La guerra se detiene de abrupto cuando la risa de Yuri se transforma en un lapsus de tos, recordándoles a ambos que se supone que debe estar en reposo.

- De acuerdo -Acepta Yuri más calmado -. Habla cuando quieras, pero espero que sepas que no sólo es difícil para tí, cariño -Los ojos cafés se dulcifican, casi como chocolate fundido -. ¿Tienes una idea de lo asustado que estaba por tí?

- Eso es culpa de papá. Se supone que no debía decirte nada hasta que regresáramos -Murmura enfadado al recordar la promesa no cumplida.

- Soy tu madre y tengo derecho a saber que te pasa, Yurio. Siempre me invade un miedo horrible al pensar que algo malo podría pasarte cuando estás lejos...

Sintiendo las lágrimas aglomerándose en sus ojos verdes, Yuratchka se abraza a Yuri, enternecido.

"Soy tu madre" dijo, y es lo único que importa.

Como si leyera su mente, el japonés comienza el segundo asalto: - Pero no creerás que te escaparás de explicarme por qué tú y Leroy tuvieron una discusión en medio de la celebración del banquete.

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