Capitulo 13: El lenguaje de las señas

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- ¡Que fastidio!

Hizo su entrada con toda la arrogancia del mundo, mirándome de soslayo con total repugnancia, como si fuera algo menos que un bicho.

Matthew se arrojó al sofa que estaba frente a mi y prendió un cigarrillo largo y extraño. El olor inundo el ambiente al momento y no pude evitar sentirme tentando ante tan inusual fragancia.

Hacía días que no fumaba ni siquiera medio cigarro y la tentación​ latente apesar de mi elevada fiebre, no atenuaba.

- Entra ya niña, por Dios — exhaló malhumorado

Del umbral de la puerta surgió una pequeña cabezita, su diminuta figura avanzo lentamente con los cabellos cobrizos cubriendole el rostro. Llevaba entre las manos un pequeño maletín blanco de plástico labrado y como de costumbre había optado por no llevar zapatos.

Hacía frío.... O talvez era la fiebre...

- Me tenéis aquí cogido por los huevos por vuestra culpa, obligado a hacerle de niñera para que no te la folles como conejo. ¡Menuda gilipollez! — dio otra calada a su cigarrillo — haz lo que tengas que hacer, mustia horrenda

Matthew tomo su móvil y empezó a distraerse con el ignorandonos por completo.

Perla seguía parada en el mismo lugar con la cabeza gacha y las manos temblorosas, y yo pues... Cada segundo me sentía peor.

- ¿Que traes ahí? — le pregunté con suavidad — si es algo que pueda ayudarme te lo agradecería mucho

Sus níveas manos temblaron más, pero poco a poco fue dando pequeños pasitos en dirección a dónde Liszak me había dejado, en el suelo húmedo.
Cuando hubo llegado lo suficientemente cerca se agacho con una lentitud envidiable hasta para una tortuga y con dificultad abrió el maletín, dejando ver el surtido contenido de medicinas y artículos de primeros auxilios que contenía.

- Wow... Eso es una farmacia — bromeé — ¿que usarás Perla?

El sonido de su nombre en mis labios la hizo levantar la mirada. Sus hermosos ojos rojos chocaron con los míos de la misma forma que la primera vez que la vi.

Turbados ambos por lo que acababa de suceder, desviamos la vista hacia otra dirección: ella hacia la maleta de medicinas y yo inconscientemente hacia Matthew que nos observaba curioso y petulante.

Ella rebuscó con ansia y torpeza dentro del maletín hasta que por fin saco unas vendas y una tijera. Una vez más se detuvo, escondiendo su rostro tras una cascada de su cabello largo y ondeando.

Parecía estar debatiéndose entre curarme ella o lanzarme por la cabeza los materiales.

- No puedo hacerlo yo solo — susurré tratando de adivinar sus pensamientos — apenas y puedo moverme

Tragó saliva.

¿Acaso está pequeña criatura sentía miedo o vergüenza de tocarme?

La idea me hizo gracia.

Después de todo siempre había tenido la suerte de ligar con chicas sin que me lo propusiera.

Con suma lentitud, guío su brazo temblante hacia el mio y palpo la superficie de la tela de mi playera con repelús, y no la culpaba: era vomitivo ver el color verde y amarillo mezclado con el rojo sangre impregnado como con pegamento sobre mi piel irritada.

Acerco la tijera y con cuidado empezó a cortar el pedazo que se aferraba a mi costado. Intentando desviar el dolor que esto me provocaba, pose mis ojos y mi atención nuevamente en ella.

Aquel día frente al piano mientras la analizaba, deduje que tendría no más de 16 años, pero ahora al tenerla tan cerca pude descubrir los maravillosos rasgos de mujer que la adornaban.

Tras La Pared/Saga Behind The Souls - Parte IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora