Capítulo 5

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La pierna de Pat se movía con rapidez, le quería dar un ataque de ansiedad. Esperaba impaciente por Arsene, no sabía a dónde había ido. Solo le ordenó tomar asiento y que mirara el juego. Y lo hizo, y se quedó observando, pero el juego no era lo que le llamó la atención, pero se intentó hacer la de la vista gorda. Miraba desesperada la hora en su reloj de pulso. Apenas notó como el alto de su abuelo se acercaba, se levantó y caminó rápido.

- ¿Dónde estabas?- preguntó ansiosa.

- No has almorzado, Pat- le recordó – Te traje el almuerzo- levantó la bolsa de un Mcdonald.

Ella lo vio y sus pómulos se llenaron de color - ¿Mcdonald? ¿No te parece que estoy ya demasiado vieja para eso?

- Ahora si eres vieja- murmuró.

Pat le arrebató la bolsa – Aun así, no dejaré que se desperdicie.

- ¿Después de acá vas a la casa?

Ella se encogió de hombros – No sé.

- ¿Cómo que no sabes? Dímelo ahora mismo.

- Si, si me voy.

- Eso espero.

 Se fue a comer en una mesa de campo que estaba algo apartado del lugar de entrenamiento.

Arsene los llamó y les hizo acercársele, les habló de su desempeño y les dio ánimo para el partido de Cardiff que sería en dos días.

- Les recuerdo que como siempre, mañana no hay entrenamiento.

- Lo sabemos- musitaron yendo a los vestidores.

- Algunos parece olvidárseles.

- Fue una sola vez- protestó Monreal.

Todos rieron y se marcharon.

Aaron como siempre fue de los últimos en tomar sus cosas y marcharse a casa, cruzando el campo, vio a Pat sentada en una mesa, esperando algo aburrida. No dudó en acercársele ni un segundo y caminó hacia a ella.

- ¿Sabes que las mesas no son para sentarse? Que para eso están las sillas o bancas.

Ella volteó a verle, no escuchaba música, y rio por lo bajo.

- Digamos que me gusta ir en contra de la materia prima y su transformación.

- Toda una rebelde- bromeó Ramsey.

- Ustedes sí que son una guardería muy grande- comentó.

- ¿Guardería?

Pat asintió – Así es, guardería.

- ¿Te refieres a nosotros?

- Si, todos ustedes que deben tener alguien detrás como policía para que se comporten y jueguen bien.

Aaron se acomodó el maletín - ¿Lo dice quien come de Mcdonald?- vio la bolsa que estaba detrás de ella.

La chica se sonrojó de inmediato – Me lo trajo Arsene.

Él rio por lo bajo – Eres consentida, ¿no es cierto?

A Pat le molestaba que la definieran con esa palabra, muchos la juzgaban por ser hija única y de familia acomodada, y lo que ella más detestaba era la dependencia de sus padres. Todo lo que tenía trataba de ganárselo con el sudor de su frente, aunque claro, tuvo que dar el brazo a torcer con la matrícula y primer año de la universidad, cosa de lo que no estaba para nada orgullosa, puesto que no logró reunir a tiempo la cantidad necesaria por sí misma, pero agradeció que las clases no le dieron tan duro y logró una beca completa.

Ella frunció el ceño y apretó la mandíbula.

Tomó la bolsa de Mcdonald y se bajó de la mesa, caminó hasta un tanque de basura y ahí la depositó. Aaron se dio media vuelta hacía a ella, le ignoró por completo.

- Oye- le gritó.

Pero ella hizo caso omiso, siguió caminando por el pasillo, limitándose a levantar el brazo izquierdo mostrando el dedo corazón.

Aaron maldijo a sus adentros y se despeinó el cabello un poco, intentó relajarse y siguió su camino. Se reñía a sí mismo de haber intentado conversar con una persona tan tosca como ella.

- ¡Al fin llegamos!- exclamó Pat lanzándose sobre el gríseo sofá de la sala. Cerró los ojos enseguida, lo sentía tan cómodo, más cómodo que la cama.

- ¿Qué demonios?- maldijo Arsene.

Ella le escuchó, pero prefirió no hacerle caso.

Al cabo de un rato, todo estaba en silencio, lo que le preocupó - ¿Qué sucede, viejo Wengie?- preguntó con un hilo de baba saliendo de su boca, haciendo contacto con la tela del mueble.

- No hay nada en la nevera- tenía la cabeza metida en el refrigerador, buscando algo de comida.

- Está así desde que llegué.

Arsene salió de la cocina directo a la sala, deteniéndose en frente de Pat - ¿No habías ido de compras esta tarde?

Ella asintió.

- ¿Te comiste todo lo que compraste? Pero si habías dicho que te saltaste el almuerzo.

- No compré comida- replicó.

- Entonces, ¿Qué compraste?

- Cosas.

- ¿Qué cosas?

- Cosas que necesito para dibujar.

Él asintió en silencio – Ya veo.

Pat sentó y le miró - ¿A qué te refieres?

- No nada- se encogió de hombros – Solo que al final seguiste con eso, ¿no?

- Claro que lo hice, es lo que amo.

- Y no lo dudo.

Su nieta rodeó los ojos y se levantó – Iré al supermercado- dijo entre dientes yendo a su habitación.

Pat cerró la puerta detrás de sí, se quitó las sandalias que llevaba puestas y las cambió por unos cómodos y viejos zapatos que iban a tono con su abrigo, se cruzó el bolso negro de Nine West y en el guardó la billetera y su teléfono, se pasó las manos por el cabello. Antes de salir, pasó por la oficina de Arsene. Tocó la puerta y la entre abrió asomando solo su rostro.

- Voy saliendo- dijo - ¿Quieres que traiga algo en específico?

- Comida.

Ella puso los ojos en blanco – Ya me queda claro.

- ¿Llevas dinero?- preguntó antes de que ella cerrara la puerta.

- Si, el mercado de este mes lo invito yo- guiñó el ojo – Tu el otro.

- Bien- volteó la vista a los papeles que tenía sobre el escritorio.

Pat tomó las llaves del apartamento que estaban en el bol de la mesa de centro. Cerró la puerta lo más suave posible y esperó unos segundos por el elevador, pensó que quizás no haría tanto frío afuera y bajó la cremallera de su abrigo.

See you againWhere stories live. Discover now