Capítulo 1

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Cuando encendió el teléfono este no paró de vibrar en el bolsillo de su abrigo impermeable, enseguida soltó una maleta y se detuvo. Metió la mano en el bolsillo derecho de nuevo y tomó el aparato, lo desbloqueó y entendió el porqué del escándalo.

- Papá- murmuró, regresándolo al bolsillo.

De no ser porque lo necesitaba para estar en comunicación con su abuelo por si no lo encontraba, lo hubiese apagado de inmediato. Las 14 llamadas de su padre la tenían sin cuidado, sus padres la tenían sin cuidado. Le importaba poco lo que pensaran en esos momentos, pues estaba a miles de kilómetros. 2.021,3 kilómetros para ser exactos. Se puso de puntillas por unos segundos, buscando a su abuelo entre la multitud, pero no veía ningún rostro conocido. Caminó resignada hasta una de las bancas vacías y se sentó con la maleta enfrente, dejando escapar un gran suspiro. No estaba furiosa con su abuelo, el viaje se había adelantado un par de horas y recién le iría a avisar. Sacó el teléfono, lo buscó entre sus contactos y le llamó.

El hombre respondió después del tercer tono.

- ¿Pat?- preguntó sorprendido.

- Hola abuelo.

- ¿Qué haces llamándome? Deberías apagarlo, de lo contrario se caerá el avión y serás responsable de muchas vidas, ¿no te parece?

Yo reí por lo bajo – De hecho, ya llegué.

El hombre guardó silencio de golpe.

- ¿Abuelo?

- Si, Pat aquí estoy.

- Entonces, ¿Cuándo podrías pasar a recogerme?- preguntó con un tono de indulgencia, trató de sonar lo más dulce posible para así no ser reñida por su abuelo.

Él movió la cabeza – ¿Por qué no me avisaste antes?

- Le dije a mis padres que te llamaran, ¿A caso no lo hicieron?

- ¿Tú que crees?

Pat rodeó los ojos – Claro- susurró.

- Quédate donde estás, voy a por ti ¿De acuerdo?

Ella asintió – Chao.

Ambos colgaron, Pat se colocó los audífonos y puso la lista de reproducción en aleatorio. Bulls In The Bronx fue lo primero en sonar. Pat se reacomodó en su asiento, cruzándose de brazos, suplicó o porque su abuelo llegase pronto, o de lo contrario, que no se aburriera y se pasara el tiempo volando.

Arsene se dio media vuelta y guardó su móvil en el bolsillo, se cruzó de brazos y frunció el ceño. Miró al campo, todos estaban entrenando como era de costumbre. Lo pensó dos veces antes de pitar y detenerlos.

Todos le miraron extraño, con confusión en sus rostros.

- ¿Qué pasa?- se acercó uno de sus asistentes.

- Debo hacer unas cosas.

- ¿Cómo qué?

- Es algo importante.

- ¿Qué es más importante que entrenar al equipo? Jugarán contra el Manchester United en unos días y no queremos que nos den una paliza empezando la liga.

El viejo Arsene le dio una mirada de disgusto – Es mi nieta- se dio media vuelta, tomó sus cosas y se fue directo al aeropuerto.

Los jugadores intercambiaron miradas de confusión, no sabían que estaba pasando. Uno de ellos, de cabello castaño claro corto peinado a un lado, corrió y se acercó al asistente.

- Oye Mark- dijo - ¿Qué pasó con Wengie?

Mark vio cómo se marchaba Arsene y movió la cabeza – Asuntos de familia.

- ¿No ha pasado nada malo?- se preocupó el joven.

El movió la cabeza y le dio una sonrisa forzada – No es nada, Aaron. Vuelve con el equipo- le dio unos golpes en el hombro.

Se dio media vuelta y regresó con sus compañeros moviendo la cabeza y encogiéndose de hombros.

- ¿Qué ha dicho?- preguntó uno de cabello negro y oscuro como la noche misma y cejas gruesas.

Su compañero movió la cabeza de nuevo – Como que algo pasó con su familia.

- ¿Familia?- preguntó el más pequeño de tez blanca.

 - Si, así es.

- Es la primera vez que oigo algo de su familia- dijo.

Todos guardaron silencio, Jack tenía razón respecto a eso. Eran pocas las veces, o ninguna, en las que Arsene se le veía apurado por algún asunto familiar, era un tipo cerrado, y al parecer su familia también lo era, o al menos eso pensaban los chicos.

- Bueno, creo que es mejor que regresemos a lo nuestro ¿no?- regresó en sí Aaron.

Los demás asintieron y retomaron lo que estaban haciendo antes de que Arsene se marchara, antes de que todo cambiara.

Pat estaba cabeceando y con un hilo de baba corriendo por su barbilla, tenía la música a todo volumen por lo que no pudo escuchar la voz de alguien llamándole.

- Pat- le gritaron cerca del oído.

Ella se despertó de golpe.

- No te duermas- le ordenó el hombre alto, de cabello plateado que estaba de pie delante de ella – Te podrían haber asaltado, secuestrado, o sabrá Dios que cosas más.

La chica se llevó la mano a la boca mientras bostezaba – Es que te has demorado, Abue.

- Estaba entrenando y vine aquí lo más rápido que pude, pero entonces recordé que existe el límite de velocidad.

Ella rodeó los ojos – Ustedes los viejos si se quejan.

- Algún día tendrás mi edad y lo entenderás.

Pat tomó la maleta y empezó a caminar al lado de su abuelo – Deberías llevar mi equipaje.

- No me dejarías, además ya estás grandecita y tienes piernas y brazos para valerte por ti misma.

La chica se detuvo y abrazó de golpe al gigante. Él le miró extrañado, pero al final le abrazó de vuelta – Tú sí que me conoces, abuelo.

See you againWhere stories live. Discover now