Capítulo 2

309 14 2
                                    

- Así que esta es el castillo de Rumpletinski- bromeó Pat dejando la maleta al lado del sofá y su mochila sobre este.

- ¿Qué dices?

- Es un chiste- se limitó a decir.

Él colocó los ojos en blanco - ¿Quieres algo de comer o de beber?

Pat movió la cabeza – Solo muéstrame mi habitación, con eso me basta.

- ¿No comerás algo?

- Ya en el avión me han dado algo.

- La comida de avión no es tan buena como la casera.

Ella soltó una carcajada – Créeme que aquí tampoco hay comida casera- replicó – No he probado de eso en años.

- No seas exagerada.

Pat se encogió de hombros y le echó un vistazo al lugar. Era el octavo piso de nueve, los apartamentos ocupaban todo el lugar. Era amplio, no acogedor, pero para ser sinceros, Pat no sentía ningún lugar como su casa, lo único que le quedaba era rogar porque encontrara algo en la gran ciudad de Londres y no tuviese que regresar con sus padres con el rabo entre las piernas.

- ¿Y cómo van los estudios?- bebía el viejo un vaso de agua.

- ¿Enserio? ¿No tiene Arsene nada más que preguntar que por eso? Deberías actualizar tu enciclopedia de cómo iniciar una conversación con alguien por lo menos 30 años menor que tú.

Se terminó de beber el agua y colocó el vaso de nuevo dentro del refrigerador – Parece que tú sigues siendo igual de parlanchina.

- Las personas que de verdad lo son, nunca dejamos de serlo- sonrió de forma forzosa – Ahora señálame mis aposentos.

Se asomó al pasillo – La que está aquí derecho, al fondo.

Asintió, tomó sus cosas y caminó hacía donde Arsene le señaló. No le tomó mucho instalarse, a decir verdad, ni siquiera desempacó. Sacó los objetos más personales y una cartera de tamaño mediano, miró a su alrededor, la habitación era espaciosa, la cama era tamaño queen, las paredes eran de blanco, todo el apartamento estaba pintado con distintos tonos de blanco y gris. La chica tumbó su cuerpo sobre la cama y quedó hipnotizada por el vacío del techo, le recordaba a alguien. Alguien a quien odiaba, y quería dejar de hacerlo algún día.

- ¿Necesitas algo?- interrumpió Arsene sus pensamientos, trayéndola de nuevo a su cuerpo.

Ella giró la cabeza hacía el umbral de la puerta - ¿Le he llamado?- preguntó.

- ¿Por qué eres así?

- ¿Así cómo? ¿Cómo tú?

- Vaya no sabía que fuese tan detestable- bromeó.

Ambos rieron sin ganas.

- Bueno, debo regresar al club, te veo en la noche, ¿te parece bien?

Pat asintió sentándose al borde de la cama.

- ¿Segura?

- Si- respondió – No es la primera vez que vengo a visitarte.

Él movió la cabeza – Si, tienes razón- murmuró – Bueno, trata de no hacer un caos en la ciudad, o al menos regresa viva a la casa.

- Lo intentaré, pero no prometo nada.

El apartamento en sí era demasiado silencioso, Pat pudo escuchar la puerta al Arsene marcharse. Estaba sola ahora y sin nada que hacer, aburrida. No sabía que hacer todavía, en unas semanas cumpliría 22 años y a diferencia de sus demás compañeros que seguían estudiando arte en la universidad, ella ya se había graduado y con honores, una celebración privada, debido a que por ser gran alumna le regalaron un semestre. A la ceremonia solo asistieron sus padres, profesores, director y los amigos que a duras penas pudo conseguirles entrada. Le hubiese gustado haberse graduado con sus compañeros de clase, era prácticamente como graduarse por ventanilla, solo lo estaban disimulando para que ella se animara más, y realmente que la animó.

La animó a marcharse e irse lejos.

Sacó el teléfono de su bolsillo y marcó un número.

- Ya llegué- fue lo primero que dijo.

- ¿Qué tal todo por allá?- preguntó la persona al otro lado del teléfono.

Ella se encogió de hombros – Nada mal, todo sigue igual que antes.

- ¿Tienes planeado algo que hacer para hoy?

- ¿Además de ponerme la pijama y buscar trabajo? Nada.

La persona al otro lado de la línea rio – Deja de ser tan sarcástica y mueve ese trasero afuera del apartamento de tu abuelo.

- Ya estoy afuera- continué con el sarcasmo – Presiento que esto será aburrido.

- Espera a que llegue y verás.

- Cuando aterrice el avión, la tierra temblará y sé que habrás pisado territorio inglés.

- Si, pero mientras llego ten tu propia diversión- le aconsejó – Te dejo, debo recoger unos paquetes, hasta pronto.

- Hasta pronto- y colgaron.

Pat se estiró, se levantó de inmediato y tomó la cartera. Estaba decidida a no morirse de aburrimiento y tomó propio camino.

Ya todos estaban recogiendo sus cosas para marcharse, estaban sudorosos y cansados del entrenamiento. Se alistaban a la vez que intercambiaban palabras y hacían planes.

- Oye Aaron- le llamaron.

Él volteó la cara de inmediato - ¿Qué?-

- Atrápala- y le lanzaron una botella de agua.

No se le cayó al suelo gracias a sus buenos reflejos – Gracias, Mikel- sonrió.

- Por nada.

- ¿Cómo va esa lesión?- preguntó un hombre rubio sumamente alto con un notado acento alemán.

- Ya estoy recuperado al 100%

- ¿Seguro?- insistió el de ojos saltones.

Él asintió – De lo contrario, Wenger me hubiese mandado volando de una patada a casa.

Todos a su alrededor, incluso él, rieron.

- ¿Alguien sabe qué pasó con el viejo?

- El viejo está bien, Giroud- entró Arsene – Apreció tu preocupación.

El francés arrugó los labios y volvió a lo que estaba haciendo.

- Y ustedes- se dirigió esta vez a todos – Preocúpense por jugar bien y disfrutarlo, pero sobretodo jugar bien, ¿me oyeron?

Se escuchó un sí en unísono.

- Así me gusta- dijo – Los veo mañana a la misma hora.

 Luego de que Arsene se marchara, Oliver se dio vuelta a sus compañeros - ¿Por qué no me avisaron?

- Nos tomó por sorpresa- respondió Santi.

Ya el cuarto estaba casi vacío, quedaban unos cuantos. Aaron se echó el gran maletín al hombro y se acercó a Ozil – Oye amigo- dijo – Lamento lo de Sara.

- No fue nada, gracias- apretó los labios.

- Te conozco y sé que fue así.

Ozil asintió en silencio.

- ¿Qué te parece si salimos a dar una vuelta? Vamos a divertirnos y a hacerte pasar un buen rato- propuso Aaron con el fin de animarle un poco, pero él movió la cabeza.

- ¿Por qué no se besa?- bromeó Arteta antes de dejar el cuarto.

Ambos rieron - ¿Por qué no vienes y me besas?- le siguió Ozil la corriente.

Pero Mikel se negó – Tengo mejores cosas que hacer, lo veo mañana.

- ¿Por qué no vas al bar más tarde?- preguntó Ozil.

Aaron se encogió de hombros – Todos van con su chica, y no estoy de ánimo para esas cosas.

Su amigo rodeó los ojos – Debe ser yo quien diga eso.

Él rio – Lo sé.

Aaron se quedó mirándose los pies – Algún día llegará con quien te den ganas de hacer eso- le golpeó en la espalda antes de salir.

- Espero y no sea un día muy lejano- murmuró apagando el interruptor.

See you againDonde viven las historias. Descúbrelo ahora