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Carld:

Gire la piedra en mis manos.

—no puedo creer que esto contenga el poder de Yara.

Lía golpeó la mesa en la que estaba trabajando.

—¿Cuántas veces debo recordarte que odió ese nombre?

Rodé los ojos cuando dejo de mirarme.

—¿Cómo lo harás?

Rió sin ganas.

—lo haremos esta noche, cuando las estrellas se alineen correctamente. Debes llevarla al templo y tienes que darle de beber esto. —me dio un pequeño frasco transparente lleno hasta la mitad de un líquido amarillo. —yo tendré todo listo.

No le dije nada, no era necesario.

*****

Cuando llegué con ella, estaba recostada en medio de un campo de flores. Flores que ella misma creo para jugar.

Mi madre me dio instrucciones precisas. Debía colocarle la piedra cuando la primera estrella de la noche apareciera. Ese sería el inicio.

Me acerque a ella lo más silenciosamente posible. Pero era ella la que me sorprendió, con una hermosa enredadera de flores azules con centros blanco que me atrapó por el pie.

—te sentí antes de verte. —dijo con voz cantarina.

Reí, porque era imposible no reír con ella.

—resulta, —me deshice de la enredadera en mi pie —que sentí la loca necesidad de verte. —recogí algunas de las flores a mi alrededor y forme una corona de flores —y aquí estoy. Y tengo algo para ti.

Con esta pequeña piedra el post de Yara, que Lía atrapó aquí y está luchando por salir, se pasará a quien lo tenga.

¿Por qué acepte esto?

Porque así la tendría para siempre. Maira sería mía y sólo mía.

Olvídame  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora