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Greg volvía de cuando en cuando, desde que había bebido de su muñeca no me sentía ansiosa o enferma. Se sentía bien y eso asustaba.

La puerta solo se abría si era Greg quien lo hacía, pero un día no fue el. Un serio Alfredo abrió la puerta de la jaula:

—señora.

La voz de Greg se abrió paso en la habitación.

—no puedo venir a verte a diario —dijo desde la puerta —pero Alfredo estará pendiente de ti.

—¿puedo salir?

Alfredo miro a Greg y luego a mí.

—no mi dulce, aun no puedes arriesgarte a salir. —el debió ver la decepción en mi rostro por que se acerco a mí y acaricio mi mejilla con sus nudillos. —estoy haciendo este viaje por ti, para que puedas salir de esta habitación.

Me mordí el labio confundida, se veía sincero pero ¿Cómo puedo confiar en alguien que me tiene encerrada sin decirme nada.

Greg sonrió enormemente y me dijo:

—tengo algo para ti —el abrió mas la puerta y Alfredo empujo a una chica dentro de la habitación antes de dar la vuelta y desaparecer —tienes que comer, provecho.

El se fue cerrando la puerta.

Mire a la chica a mis pies, ella temblaba como gelatina. Pero algo capto mi interés, su olor. Olía... como si fuera una gran pieza de pollo asado.

Un grito atravesó la niebla que había nublado mi cabeza. Era ella, ella había gritado. Mis ojos se abrieron enormes cuando me di cuenta que la tenía aprisionada y lamia su cuello. Me aleje de ella tan rápido como me fue posible.

—perdón, no sé que me paso —estaba jadeando.

—no me mates —lloro. —por favor no lo hagas.

—no te voy a lastimar, —camine hasta la puerta y trate de abrirla, pero estaba cerrada con llave —¡abran! —grite —¡me oyen! ¡abran la puerta!

Me senté en la cama lo más lejos posible de la chica que se quedo hecha un ovillo en el suelo. Al cabo de un rato note que estaba demasiado quieta y me acerque a ver, se había quedado dormida en el suelo, sonreí. La arrope con cuidado y volví a mi lugar en la cama esperando a que la puerta se habrá.

—¿Cómo funciona este anillo? —ella le daba vueltas a la mano de él tratando de ver el truco escondido —dime.

—unas brujas lo encantaron —ella trato de deslizarlo por su dedo pero él cerro la mano —no me lo puedo quitar durante el día. Bajo ninguna circunstancia, al menos si quiero seguir vivo.

Ella alejo las manos de él.

—esas brujas solo lo encantaron, ¿no te pidieron nada por hacerlo?

—ellas y nosotros tenemos un pequeño trato —él la abrazo y le hablo bajito —su supervivencia y la nuestra esta unida desde hace siglos.

—ellas me asustan.

—hasta hace poco yo lo hacía. —ella rió.

—este hechizo es el porque tú puedes salir durante el día, a pesar de ser... ya sabes...

—vamos, dilo —la animo él.

—vampiro. Quiero ser como tú.

—pronto amada mía, pronto estaremos juntos por mucho tiempo.

—¿sabes cómo funciona la magia de tu anillo?

—sí, nosotros les enseñamos a ellas a hacer magia. —rió él —por eso ellas no pueden hacernos daño.

Ella se dejo abrazar. Él podía estar todo confiado, pero ella dudaba que las brujas fueran tan buenas como pensaba.

Me había quedado dormida, mire el bulto en el suelo y sonreí al ver a Bianca dormida aun. No dormí por mucho.

—vampiro —repetí solo para saber cómo se sentía en mis labios —ahora soy como ellos. Como Greg.

Ahora que lo pensaba, esos sueños podían venir de algún lugar de mi mente, tal vez recuerdos. Lo raro era que mientras dormía sentía todo tan real, pero al despertar no podía recordar a las personas.

Solo sabía que eran una pareja, y ellos se amaban. Eso lo sentía.

Mire la puerta esperando que se abriera de una vez.

Olvídame  Where stories live. Discover now