62

14 4 0
                                    

Ramas rompiéndose y pasos rápidos llamaron mi atención. La cabeza me dolía horrores y sentía que las fuerzas se me acababan demasiado rápido.

—Al fin te encontré. —río alguien a mi derecha. —fue difícil hacerlo, este hechizo es muy fuerte. Afortunadamentecómo hacerlo.

Estaba demasiado débil para poder levantar la mirada, pero reconocí la voz de mi hermana.

Pero mírate nada más, ¿Cómo es que terminaste así hermanita?

Muérete maldita. —escupí.

Hermanita, te advertí que pasaría si te metías en mi camino. —me observó de lejos y sacando un enorme libro de su bolso, paso las páginas. Recitó algunas palabras y después se me acerco.

¿Cómo lo hiciste? —balbuce cuando estuvo frente a mí.

Esto —levantó el libro —es un grimorio, uno muy poderoso —me tomó del cabello con fuerza obligándome a levantar la cabeza. —y adivina que, vine por ti hermanita.

Ella volvió a ojear el libro, el grimorio, y empezó a dibujar algo a mi alrededor.

Para que veas que te amo, te daré algo único en este mundo, al menos para mí. —se acercó a susurrarme —y también para Greg.

Se sacó el anillo que adornaba su mano derecha y con un cuchillo, que no vi de donde saco, le arranco la piedra.

Es hora de empezar hermanita.

Ella empezó con el ritual, cantando y esparciendo cosas que iba sacando de su bolso a medida que leía el grimorio. Al final se hizo un corte pequeño en medio de la palma derecha, colocó la piedra en ella, recitó unas palabras mirándome a los ojos y colocó la piedra en mi pecho. Sentí que me quemaba y grité, grité por ayuda, y supliqué por piedad, pero ella no se detuvo.

Deja de llorar hermanita, he terminado.

¿Qué me hiciste?

Te tengo. —ella sostuvo la piedra entre el índice y el pulgar, pero ahora la piedra tenía un pequeño punto de luz en medio —aquí, en este pequeño lugar.

Miro al cielo, la noche estaba cayendo y las sombras ya empezaban a cubrir el lugar.

Ayúdame. —supliqué.

Ella negó y hasta parecía arrepentida cuando me dijo:

Lo siento hermanita, no puedo. —apretó la piedra en un puño —ahora me falta poco para tener lo que quiero.

*******

Parpadeé tratando de enfocar la mirada. Me tomó un momento darme cuenta donde estaba, pero cuando lo hice entre en pánico.

—Bienvenida hermanita. —saludo una mujer frente a mí y tras ella una mujer mayor me sonreía.

—¿Quién eres? —me moví o traté de hacerlo, pero estaba atada, presa en el árbol. —¡No! ¡No otra vez!

—Deja de gritar hermanita, es muy molesto.

—no sé quién eres. —llore. —déjame ir. Ayúdame

La mujer mayor saco unos papeles de sus bolsillos y se adelantó hasta estar frente a mi.

—veo que aún no entiendes, pero lo harás.

Ella se giró hacia Luss y le entregó los papeles.

—Prepara todo, tenemos que hacerlo bien. Esta vez no podemos fallar.

Olvídame  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora