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Me estire perezosamente en la cama.

—tengo hambre —bostece.

La puerta se abrió y la sonrisa más sexy del mundo me saludo.

—¿tienes hambre? —asentí contra las sabanas y el jalo algo, o mejor dicho a alguien hasta la puerta y lo empujo hasta que quedo en el centro de la habitación —espero que lo disfrutes.

Aparte las sabanas y me acerque hasta mi más que asustado invitado.

—¿Cómo te llamas? —el trago fuerte pero se mantuvo callado —cálmate, no voy a morderte —le susurre.

—¿no vas a morderlo? —bufo sexy. Le di una mirada dura para que se mantuviera callado.

—Marco —la voz temblorosa de mi invitado me hizo recordar a un pequeño cachorro, le sonreí y él se aclaro la garganta —mi nombres es Marco.

—hola, Marco. —le di un beso en cada mejilla, logrando que se tiñeran de rosa.

La voz de sexy me borro la sonrisa.

—¿Qué haces?

—hablando.

—¿Por qué?

Resople cansada de esta tontería.

—porque quiero, además es lindo.

Sexy rodo los ojos y jalo a Marco por el pelo, y sin quitarme los ojos de encima desgarro un lado de su cuello. Los ojos de Marco se abrieron grandes y sus manos volaron a la terrible herida.

—hay esta, servido para la señora.

Abrí los brazos y acune a Marco contra mi pecho. Inhale el dulce aroma cobrizo de la sangre y bebí, bebí y seguí hasta que estuvo inerte en mis brazos. Sin vida.

—no tenías que hacerlo —lo deposite suavemente en el suelo y cerré sus ojos.

—debía hacerlo, sabes de sobra que no lo harías y tendríamos el mismo problema que tuvimos con ella.

Más rápido de lo que él esperaba lo tenía aprisionado entre la pared y yo.

—no te quiero ver cerca de mi otra vez —gruñí —o la próxima garganta desgarrada será la tuya.

Su rostro se dividió en dos por la enorme sonrisa que me mostro. Estaba a punto de cumplir mi palabra pero la más odiada de las voces, al menos para mí, se coló en la habitación.

—déjalo ya —lo solté y me gire hacia el —veo que te gusto mi regalo.

Me le tire encima y lo abofetee con fuerza. Luego todo el aire se me escapo cuando fui lanzada con fuerza al otro lado de la habitación.

Abrí los ojos lo suficiente como para ver a sexy en el suelo y a Greg mirándolo de pie de forma amenazante.

—¿Cómo te atreves? —siseo, —no vuelvas a tocarla jamás, largo.

La puerta se cerró y yo no necesitaba oírle decirlo, pero no volvería a ver a sexy nunca más.

—¿estás bien?

—no finjas que te importo —me levante despacio agarrándome la cabeza, me di un buen golpe —vete y déjame sola.

—eres mi mujer y puedo visitarte las veces que quiera.

Rodé los ojos. Me puede de pie lentamente y descubrí mi cuello para él.

—¿Qué haces?

—¿no es lo que buscas aquí?

—cuando te pones en ese plan eres imposible, solo vine verte —movió con el pie el cuerpo de Marco —me alegra que estés comiendo.

—sexy le desgarro la garganta, solo lo hice más fácil para Marco.

Greg me miro fijamente y me tomo por el cabello antes de morderme, pero fue gentil. Estaba empezado a sentir un delicioso cosquilleo cuando se separo de mi para hablarme el oído.

—¿Por qué les preguntas sus nombres?

—porqué son personas.

—son la cena.

—para mí son personas, bebe. —Tome la parte posterior de su cabeza y lo empuje hasta que me mordió.

Cuando me mordía suavemente, me gustaba.

—sé que te gusta, —no abrí los ojos, negándome a ver su cara de satisfacción —te dije que esto pasaría.

—cállate y sigue.

—ya tomé suficiente —abrí los ojos solo para fulminarlo con ellos —pero si lo pides de buenas maneras, tal vez lo haga. Sobre todo si vas a gemir de placer, tengo varias formas de obtener el mismo resultado sin desangrarte.

—no creo que tengas tanta suerte amigo.

—¿amigo? —su tono de voz me dijo que estaba molesto, no me importaba —yo no soy tu amigo, soy tu hombre.

Me agache y acaricie la mejilla de Mateo.

—tú no eres un hombre y no eres mío.

—tú eres mía.

—no quiero serlo, —me jaloneo lejos del cuerpo a sus pies y lo pateo alejándolo de nosotros —solo estoy esperando que te canses de mi y terminar como él.

Greg rugió e inmediatamente tres de sus más leales hombres aparecieron dentro de la habitación.

—llévenselo de aquí y no vuelva a entrar a menos que los llame —ordeno Greg.

Ellos obedecieron y se fueron cerrando la puerta y dejándome con Greg, un Greg muy enojado.

—¿A dónde lo llevan?

—¿Qué está mal contigo? —caminaba de un lado al otro, como una bestia enjaulada —¿Por qué te preocupa la comida?

—son personas, yo era como ellos hasta hace poco —dije con la voz plana.

—¿Por qué me haces las cosas difíciles? He hecho de todo para que te sientas como en casa. ¿Qué mas debo hacer?

No le conteste, no había necesidad, pelear estaba de mas.

—compartiremos la cama desde hoy.

Me reí.

—jamás.

—ya ha pasado suficiente tiempo, eres mi mujer y dormirás conmigo.

Estábamos en medio de un duelo de miradas, pensé que Greg me obligaría o algo así. La puerta se abrió de golpe haciéndome saltar de sorpresa.

—¡les dije que no me molestaran! —grito Greg.

Pero sexy no se inmuto con el mal humor de Greg.

—nos atacan —dijo.

—¿Quiénes?

—Carld y su gente.

—reúnelos a todos, y alinea a los guardias. Vete, ahora los alcanzo —cuando volvimos a estar solos se giro hacia mi —no quiero que nada malo te pase...

—¿Quién es el tal Carld?

—es nuestro peor enemigo.

nuestro, yo no sé quién es él.

—él te quiere a ti.


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