Capítulo 32.♡

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Sarada ya estaba cansada. Se había montado en el tren de la bruja. En las sillitas que dan vueltas. Se había encontrado con Vicky, una de sus amigas de kinder.

Había insistido a papá de que le consiguiera un osito de peluche en la máquina tonta de la palanca.

Y hasta había convencido a mamá de que se subiera con ella en no se cuales atracciones.

Sakura había terminado algo bastante
mareada.

- ¿Vamos ya a casa? – dijo Sasuke, mirando el reloj. Eran las once y media de la noche, y llevaban dando vueltas por ahí des de las siete. - ¿Mmh?

- Si… - dijo Sarada apoyando su cabecita en el hombro de su padre. – quiero dormir… - suspiró ella.

- Ahora cenas y te llevo a la cama.

- Pero yo quiero que me lleve mamá.

- ¿No quieres que te lleve papá? – dijo Sakura, cogida del brazo de Sasuke.

- Que va, a mi no me quiere. – dijo Sasuke, fingiendo estar triste.

- Si que te quiero. – dijo Sarada, cruzándose de brazos. – pero es que rascas. Y no puedo darte ningún beso.

- ¿Rasco? – dijo Sasuke frunciendo el ceño.

- Si. – Sarada le pasó una mano por la mejilla.

- Pero, mi vida, si me he afeitado esta mañana. – miró a su mujer. - ¿Sakura? ¿
rasco?

Sakura no dijo nada. Se encogió de hombros.

- Gracias por tu apoyo. – dijo Sasuke, irónico. Entonces se inclinó, susurrándole al oído. – entonces, vete olvidando de mis cunnilinguis, podría irritar tus perfectos muslos de la parte interna.

Sakura se ruborizó.

- Papá no rasca. – dijo entonces Sakura. – no lleva esa barba horrible que a
veces se deja. – Sasuke la miró mal.
Sakura agachó los ojos, despreocupada. – no te preocupes, a ti te queda bien. Pero la barba aquella de tres días, sigue
siendo horrible.

- ¿Gracias? – dijo Sasuke.

Y ambos se pusieron a reír.

- ¡Papá! – dijo Sarada. – Quiero ¡ese! – dijo, al pasar por al lado de la paradita de disparo con rifles de balines.

- ¿Otro? Pero si te conseguí el osito rosa… - suspiró Sasuke. – Vamos a ver.

- Venga machote… ¿no se te dan tan bien las armas? – dijo Sakura. – Oh, espera. – dijo ella, adelantándose. – no, no, ahora quiero probar yo.

Sakura  alcanzó al taquillero un billete de cinco dólares y este le dio un platillo con cinco balines… de los de mentira.

Sakura abrió el cargamento del rifle de juego y colocó el primer balín. Miró al taquillero.

- Dos canicas, y hay premio pequeño. Tres y se llevan uno de los grandes. – y
señaló la estantería de los premios grandes. Justamente ahí estaba el que Sarada quería.

Sarada ~ (Sasusaku)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora