Caminó tomando la delantera, mientras oía a su buen amiga Katniss despedirse de su amado. Keera sostuvo su katana, esperando por si Brutus venía en su búsqueda. Habían entrenado en el mismo lugar desde que tenían memoria, se habían criado en el mismo sitio, pero no era más que un desconocido. La mayoría de la población del Distrito Dos eran unos farsantes, había prometido alejarse de todos ellos mucho tiempo atrás.
Oyó los pasos de ambas chicas y avanzó estratégicamente por la arboleda.

—Debemos apurarnos.— musitó Johanna con un característico tono de irritación en su voz.

Keera continuó avanzando por minutos hacia la playa, con el corazón en la boca. Su mirada traspasó los árboles, dándose cuenta de que nadie estaba detrás de ellos. Brutus no estaba en la mira. Caminaron en silencio por unos minutos, alejándose de los hombres. Calculó que habían pasado unos cinco minutos de su caminata cuando de repente, sintió los pasos a sus espaldas detenerse. Giró su cuerpo, viendo como la chica del doce insistía con el cable, tratando de avanzar, pero algo lo mantenía retenido... O alguien. Frunció su ceño, pero antes de poder hacer algo, sintió como alguien le golpeaba la cabeza con fuerza.
Keera gritó, sin poder resistirse al dolor que sentía. Su vista se nubló y el malestar se hizo intenso propagándose por toda su cabeza y cuello. Cayó al suelo, mientras sentía como su cuerpo pedía a gritos descansar. Ansío poder tener las fuerzas para levantarse, pero no pudo. Sus ojos cansados miraron la situación, mientras una lágrima caía por éste. Johanna clavándole a Katniss su cuchillo en el brazo, Johanna sacando el aparato rastreador. Johanna corriendo, mientras Brutus la perseguía. Escuchó los gritos de Katniss, y no supo en qué momento había cerrado sus párpados.

• • •

Keera abrió bien los ojos, mientras tocó su cabeza, aquella parte donde había sido golpeada con brutalidad. Sintió su cabeza escocer, y gimió de dolor. Sus dedos estaban manchados de rojo.
Se levantó del suelo, todo se movía a su alrededor y su cabeza caía pesada. El cansancio la arrolaba y sabía que era cuestión de tiempo para desvanecerse nuevamente, pues comenzaba a ver puntos en el aire. A pesar de eso, mantuvo sus pupilas mirando, y puso sus pies una vez más en el suelo, intentando mantenerse de pies. Apoyó ambas manos en los árboles y se arrastró por allí, intentando buscar su arma; pero no había señales de ella. Divagó hasta decidir que la había perdido, o quizás la habían tomado.

—Mierda.— susurró.

Dio un paso y luego otro, así rápidamente pudo restaurar su estado y avanzar por la arena, estando muy segura de que no tenía nada más que sus manos para defenderse.
No gritó nada, no llamó a nadie y tampoco hizo el intento. No sabía en quién confiar, Johanna la había traicionado y quién sabía si los demás habían hecho lo mismo. Ya no sentía que ellos eran sus aliados, todos tenían intenciones diferentes.
Cayó rendida al suelo, sofocada. Necesitaba que ese dolor en su cabeza se detuviera, le perforaba sus pensamientos y no podía dejar de sentirse mal. Su piel estaba mojada del sudor y su mano izquierda dolía.

Los ojos de Keera divisaron algo en el pasto, algo que brillaba en la poca luz de la noche. Su mano se movió, agarrando el objeto brillante. Y al tocarlo, notó que cortaba por los bordes, un metal frío. Era un cuchillo. Lo tomó y sin dudarlo por unos segundos, lo clavó en su piel. Mordió su labio, conteniendo el grito, pues no deseaba llamar a nadie. El metal perforó su piel, abriéndose paso por su brazo. Hizo una herida pequeña, capaz de que sus dedos pasaran por allí y no volverla inconsciente una vez más. Dejó el arma en el suelo, aguantando el dolor. Metió sus uñas en la herida, y todo lo que veía era sangre en sus brazos, en el suelo y en todo su cuerpo.
Después de unos minutos de intenso sufrimiento, sacó su rastreador y no hizo más que pisarlo. Se levantó sabiendo que debía ir a buscar a Katniss. Limpió su frente sudada, dándose cuenta de que no había servido de nada, puesto a qué hora tenía todo el líquido sangriento en su frente. Agarró el cuchillo con fuerza, siendo lo único que la separaba entre la vida y la muerte.

Hurricane ✓ ⋆ Finnick OdairWhere stories live. Discover now