Implorando...

856 83 15
                                    

Advertencias: Una importantísima aclaración, a partir de este capítulo en adelante no habrá una conexión, como tal, en la historia del manga. Lo que aquí aparezca es totalmente producto de mi imaginación, si de casualidad hay algo que se haga mención con la historia original de Hoshino-sensei lo haré notar. Si embargo, desde aquí en adelante, los hechos puede que no tengan mucho sentido, pero ¡Hey! que se pone intenso.

Sin más que agregar, espero disfruten la lectura.

Disclaimer: D.Gray-man no me pertenece, es de Katsura Hoshino.

+ || + || + || + || + || + || + || +

Un mes.

No creyó que podía pasar y suceder tan rápido su estancia en aquel lugar, como para haber durado un mes. En su interior algo le decía que no merecía recibir tanto afecto, ni cariño. No entendía la razón de por qué su pequeña cabeza le estaba saboteando con esas ideas que surgían de la nada. Aunque no estaba familiarizado con todos esos términos extraños y sentimentales, notaba una calidez en su pecho. Todos eran divertidos, algunos daban miedo -como Lverrier y el idiota de Cross- y algunos lo ignoraban. Pero los que se habían mostrado como sus amigos, o bueno, amigos de Allen, les tenía un gran algo. Así, algo.

Seguía comportándose como siempre, era un respondón, de vez en cuando era grosero, y nada caballeroso, pero se sentía feliz. ¡Así era él! ¿Por qué tenía que cambiar? Además de haber encontrado un compañero de juegos y travesuras, un chico casi de su misma edad. No conocía la razón de por qué los demás tenían la impresión de que él tenía entre 7 u 8 años, cuando el sabía que no era así, pero no quiso corregirlos, no sentía que debía hacerlo. En fin, conoció a Timothy, y aún cuando parecía confundido por la situación (era algo muy valido) le reconoció de inmediato llamándolo hermano mayor. Era verdad, así lo consideraba Timothý. Un leve sonrojo apareció cuando lo llamó así por primera vez, ¡No lo podía evitar! Considerando que no era tan malo el ser llamado de esa forma, se lo permitió, dejó que cumpliera un capricho, no solo el de Timothy, sino de él también.

Quería sentirse querido. Al principio, cuando empezó a asistir en el circo, sólo quería ser aceptado, que no lo rechazaran ni lo llamaran monstruo por su brazo, pero había desistido ante tal petición. Incluso, llegó a considerar que Dios no le quería, que lo había maldecido, sin siquiera conocer la maldita razón. Pero ahora, era un simple capricho, nunca había tenido la necesidad de tal afecto, el ser querido. El tiempo con Timothy era muy divertido, solían hacer bromas hacía Lavi, Emilia, Cross, Kanda, a algunos cientificos, a Link y el supervisor Komui. Eran los más fáciles de molestar y los más divertidos. Cuando el chico salía de misión, se la pasaba con Kanda, Lavi y Krory. Más con Lavi que con los dos anteriores, aunque siempre disfrutaba estar con Bakanda. Con todo y peleas.

Había recuperado sus ropas, no le gustaba usar otra cosa puesta que esos ropajes que lo hacían sentirse él. Le insistieron mucho el hacerle una vestimenta más apropiada, pero solo dijo que con solo tener una ropa diferente para dormir estaría bien. El no necesitaba eso ahora. Jhonny, uno de los chicos que estaban en la Sección Científica se hizo muy cercano a él, incluso le estaba enseñando jugar ajedrez, pero se sentía tan frustado por siempre perder que terminaba arrojando todo. La presencia de Link acompañándolo a todos lados se le hacía aún muy molesta, pero debía admitir que se sentía protegido por él cuando estaban esos encapuchados cerca. Estar con chicas era una de las experiencias más extrañas, no sólo por el hecho de casi no haber compartido tiempo con una niña, sino que además le decían lo lindo que se veía y más cosas raras, mientras soltaban risitas. No las comprendía del todo.

Ciertos días de la semanas Kanda le daba un tiempo para enseñarle a defenderse y pelear, por supuesto que no le había convencido así de fácil, pero lo había logrado, y el bastardo ese parecía disfrutar cuando salía rendido o le daba un golpe que lo mandaba directo al suelo. Pero Red no se quedaba atrás. Por supuesto que no, el también disfrutaba ese tipo de dolor mezclado con placer en su cuerpo. Lavi le contó que eso se le consideraba como adrenalina y masoquismo, pero no quiso definirle lo último, porque lo llamó demasiado pequeño para saber ciertas cosas. Ahora eso no importaba, le gustaba esa sensación de la dichosa adrenalina y más si era con Kanda, pues no terminaba disculpándose todo el tiempo o se sentía mal por golpearlo. Cuando consideraban que era tiempo para un descanso, iban a las baños comunes, para ducharse después de todo ese desgaste físico. En unas cuantas palabras, la presencia de Kanda era ya algo que se había vuelto rutina en menos de un mes. Se le hizo muy poco entendible el por qué todos lo vieron sorprendidos cuando pidió que el peliazúl lo acompañara a dormir por las noches, incluso el mismo Kanda se había mostrado sorprendido. Lo mejor, es que pudo convercer a ese Komui de que tres días Kanda lo acompañaría. Al principio les habían colocado dos camas individuales, y aunque así es como empezaron a acostumbrarse poco a poco, Red quería que el samurái durmiera más cerca. Así, Kanda pegó la cama con la Red, no muy confiado. Pero lo hizo. Y solo así podía calmar sus ansias que salían de la nada.

Pequeño Accidente - YullenOnde histórias criam vida. Descubra agora