31. Ain't my fault

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El ceño fruncido y la mirada amenazante que le está echando Octavia le dan una pequeña pista de lo que se avecina. Sin previo aviso más que esas dos señales, la morena le cruza la cara con muchas, muchas ganas, dejándole la mejilla ardiente, enrojecida y dolorida.

-         Maldigo el día en el que naciste, Lexa Woods – suelta cerrándole la puerta en las narices después del guantazo.

Se queda atónita, intentando recomponerse después del fuerte golpe que le ha dolido más de lo que pensaba que podía doler esa clase de impacto, se había olvidado del fuerte carácter de la morena.

Escucha como Clarke y Octavia discuten detrás de la puerta y como a los pocos minutos, en los que ella se ha quedado paralizada en el sitio con la mano aun sobre la mejilla, la puerta se abre.

-         Lo siento Lexa, creo que Octavia ha visto demasiado Sexo en Nueva York – Clarke la mira a los ojos como queriendo decirle que esa bofetada le ha dolido incluso a ella.

La morena resopla y refunfuña dentro de la habitación, así que la rubia decide cerrar la puerta tras de ella, quedándose fuera con Lexa.

-         ¿Qué haces aquí? ¿Cómo me has encontrado? – pregunta nerviosa mirando por el pasillo, esperando que sus otras amigas aún no salgan de su habitación – no deberías haber venido, Woods.

-         Yo...bueno yo...he movido algunos hilos...y...yo... - Lexa sigue sin reaccionar, su confianza se ha desvanecido con el golpe, se toca el pelo nerviosa y la mira a los ojos, esperando encontrar en ellos el valor que necesita – yo...solo... - resopla intentando desanudar ese nudo nervioso que siente en el estómago al tenerla en frente – solo quería...hablar contigo, después de lo de ayer yo... ¡Joder, por qué es tan difícil!, en mi cabeza sonaba mejor – baja la mirada maldiciéndose en voz alta, moviendo las manos nerviosamente de nuevo.

Clarke no puede evitar sonreír de lado al verla tan nerviosa, siempre le pareció la persona más adorable del mundo cuando se ponía así con ella, y parece ser que lo sigue siendo.

-         Lexa, creo que lo mejor que podemos hacer es olvidarlo, no debí perder el control tan fácilmente, yo solo quería hablar, solo quería una explicación...

-         Pues déjame dártela – la mira de nuevo alzando la mirada del suelo, dejando atónita a Clarke, su confianza vuelve por unos segundos y decide aprovecharlo – dame la oportunidad de que hablemos las dos, solas, sin que tú te tengas que ir con tus amigas cómo imagino que tienes que hacer ahora, ni hagamos algo de lo que tengas que huir, ni yo meta la pata como siempre he hecho, por favor, déjame intentarlo, déjame compensarte de alguna manera por todo el daño que te he hecho, por favor Clarke, por favor.

Vamos Griffin, no es tan difícil, dilo, di que no, primero la N y después la O, tú puedes, solo son dos letras, vamos, ¡vamos! No, no, ¡NO!

Clarke quiere hacer caso a su mente, decirle directamente que no, que no quiere volverla a ver ni saber nada más de ella, pero esos ojitos verdes que ahora la miran como un cachorrito abandonado se lo impiden, eso, y los fuertes y acelerados latidos de su corazón, que se ha desbocado escuchándola rogar, impidiendo que pueda escuchar a su mente con claridad.

-         Está bien – ¡IDIOTA! ¡Te vas a arrepentir de esto y lo sabes! – pero solo para hablar.

La sonrisa que se dibuja en la cara de la ex camarera provoca que las piernas de Clarke tiemblen, sabe que su mente tiene toda la razón, porque ya empieza a arrepentirse de lo que acaba de decir solo con notar la reacción de su cuerpo ante esa ilusionada sonrisa.

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