6. ¿Pretendes emborracharme?

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Lexa está cocinando sus deliciosos espaguetis a la carbonara en la cocina de su apartamento cuando el timbre suena. Baja un poco el fuego para que no se le queme la salsa y va a abrir la puerta. Siente un pequeño hormigueo en el estómago justo antes de alcanzar el pomo. Niega para sus adentros, intentando calmar esa estúpida sensación que tiene y por fin abre.

Clarke espera impaciente al otro lado de la puerta. Se ha vestido de manera informal; con una camiseta blanca de manga corta con muy poco escote y unos tejanos. Se siente algo nerviosa, mejor dicho, muy nerviosa. Respira hondo y pone una sonrisa en su rostro, intentando disimular su creciente nerviosismo.

— Buenas noches, Inspectora Griffin — saluda Lexa al verla, con su ya de costumbre sonrisa seductora en la cara. Es algo que no puede evitar.

— Buenas noches, Lexa — su estómago da un vuelco al verla. Ella también se ha vestido de manera informal, pero la camiseta negra que lleva es algo más escotada que la suya. Está realmente sexy y no puede evitar quedarse embobada.

— Pasa, Clarke. No te quedes ahí parada, por favor — no puede evitar reírse interiormente al ver la reacción de la rubia.

Clarke entra al apartamento. Los nervios van aflorando más y más a cada paso que da. Respira profundamente, intentando calmarse, algo que no pasa desapercibido para Lexa, que sonríe a su espalda.

Con su mirada, repasa aquel comedor, fijándose en una foto que Lexa tiene de ella y su hermano de adolescentes con su madre. Ésta está sobre una pequeña mesa al lado del sofá azul que ocupa gran parte de la estancia.

— Bonito apartamento — comenta Clarke girándose hacia Lexa, la cual la observa en silencio.

— Y eso que no has visto mi habitación — se muerde el labio divertida, moviendo las cejas.

— Lexa, no empieces. Recuerda que estamos aquí para conocernos mejor y ser amigas. Solo amigas — puntualiza esas dos últimas palabras, queriendo dejárselo muy claro.

— No es mi culpa que se tome mi comentario de manera pervertida, Inspectora Griffin — se lleva una mano al pecho mostrándose ofendida a la vez que arquea una ceja, escondiendo una pícara sonrisa en sus labios.

Sin saber muy bien por qué, la manera en la que Lexa cambia ligeramente su tono de voz al llamarla inspectora y le hablaba de usted provoca que un excitante calor recorra su cuerpo.

— Creo que se te va a quemar la salsa — dice Clarke al oler un poco a quemado, aprovechándolo para llevar la conversación hacia otros lares.

— ¡Mierda! — Lexa pone cara de pánico y sale corriendo hacia la cocina, cosa que provoca que a Clarke le entre un incontrolable y fuerte ataque de risa.

La cocina está llena de humo, y aunque Lexa ha intentado salvar la salsa, ha sido misión imposible.

— ¡No es gracioso! – exclama enfadada al escuchar como Clarke sigue riéndose desde el comedor al oír los improperios que salen de su boca. Remueve la ya oscura y quemada salsa frunciendo el ceño frustrada — ¿Y ahora qué? ¡No tengo para hacer más!

— Siempre podemos pedir una pizza — dice Clarke apoyada en el marco de la puerta de la cocina — aunque es una lástima. Me apetecía probar esos espaguetis — esboza una sonrisa, provocando que la camarera se la devuelva.

— Bueno...siempre podemos volver a repetir la velada. Y esta vez, sin que la salsa intente matarnos — hace un movimiento con la mano, intentando apartar el humo que reina casi toda la cocina.

Las dos chicas estallan en carcajadas. Lexa tira a la basura la quemada salsa, le indica a Clarke el teléfono de la pizzería más cercana y la rubia llama.

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