13. Sobrepasada

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Tarda varios segundos en reaccionar, todo esto es nuevo para ella, el tener que esconderse y la tensión que eso provoca, y en parte la situación está empezando a sobrepasar un poco a sus nervios. Recoge el móvil del suelo y lo deja sobre la mesa, dispuesta a lanzarse al vacío. Dirige sus pasos hacia la puerta, respira hondo y gira el pomo abriéndola. Nada, eso es lo que encuentra tras la puerta de su apartamento, frunce el ceño completamente confundida, está segura de que ha oído los golpes. De repente, su teléfono móvil emite un pitido, vibrando sobre la mesa, asustándola de nuevo. Cierra la puerta y se acerca lentamente a cogerlo, contempla la pantalla iluminada, viendo lo que hay escrito y se deja caer precipitándose sentada en el azulado sofá. Nota como sus ojos se humedecen mientras vuelve a leer una y otra vez el mensaje, sin siquiera atreverse a abrirlo.

Clarke:

-         Lo siento, no puedo hacerlo.

Con la otra mano coge la copa de vino medio llena que permanecía sobre la mesa, y da un largo trago, notando como varias lágrimas resbalan por sus mejillas mientras no saca sus ojos de encima de la iluminada pantalla del móvil.

Se ha permitido ser débil, le ha abierto su corazón por primera vez a alguien y ahora solo siente rabia, siente que Clarke ha jugado con ella, que solo ha sido un estúpido experimento. Quiere gritar, quiere llamarla, quiere responderla y mandarla a la mierda, pero sabe que si lo hace en caliente, no controlará sus palabras y dirá cosas que ni siquiera piensa. Vuelve a darle un trago a su copa, la deja sobre la mesa, y sintiendo como la rabia sube por su brazo, lanza con todas sus fuerzas el teléfono contra la pared, rompiéndolo en varios pedazos.

Clarke está llegando a su casa, con el móvil en la mano, quizá esperando a que Lexa conteste, hace ya un rato que le ha enviado el WhatsApp y ésta ni siquiera lo ha leído, o eso cree ella. Cuando cruza el umbral de su apartamento, recuerda el momento en el que estuvo delante de su puerta, como dio unos golpes en ella y después salió corriendo arrepentida, llevada por los remordimientos y el sentimiento de culpa, ella no es así, no puede permitirse perder el control otra vez, y la aparición de Bellamy ha sido la señal más clara, necesita recuperar su cordura y tomar una decisión.

Se sienta en su cama y por fin estalla, las lágrimas brotan solas de sus ojos, amontonándose por toda su cara, sintiéndose una mierda. Haga lo que haga alguien va a salir herido, sigue sin explicarse cómo ha acabado metida en ese lío, engañando a su novio con su propia hermana reiteradas veces, y acabando enamorada de ella. Porque sí, puede negárselo al mundo, puede decirle a Lexa que solo siente algo por ella que no sabe lo que es, pero a ella misma no puede negárselo, está perdidamente enamorada de esa maldita y seductora camarera. Nota una presión en el pecho mientras sigue llorando sin parar, se deja caer en la cama, y acaba quedándose dormida ahogada en lágrimas, después de darle mil vueltas a todo, intentando tomar la mejor decisión posible.

Lexa sigue despierta varias horas después, tumbada en el sofá, botella de vino en mano, dando largos tragos y notando como las lágrimas no cesan, siente tanta rabia y dolor, que ni siquiera le importa haber roto su móvil. Odia haberse enamorado de ella, lo odia con todas sus fuerzas, se odia por haberse dejado llevar, ha traicionado sus principios y eso solo le ha causado esta situación, sola y borracha en el sofá de su apartamento, llorando como nunca antes lo ha hecho y maldiciéndose una y otra vez por haberse fijado en la novia de su hermano aquella noche en el G Lounge. Finalmente cae rendida ahí mismo, agotada física y psicológicamente, bañada en lágrimas y alcohol.

Por la mañana los rayos de luz que cruzan el comedor de su apartamento la despiertan clavándose en sus ojos, tiene un terrible dolor de cabeza y siente como le pesa todo el cuerpo. Se sienta sin apenas fuerzas en el sofá, ese sofá que ha sido el confidente de su rabia la noche anterior y se lleva las manos a la frente, recordando todo lo que ha pasado. Clarke, su Clarke, esa mujer que ha conseguido engañarla y confundirla a partes iguales, la ha dejado tirada después de 25 días sin verse y un encontronazo sentimental y sexual en el baño de su lugar de trabajo, vuelve a odiarse una vez más al recordarlo. Se levanta y va directa a la cocina a por un vaso de agua que aclare su garganta y un café que lo haga con su mente. Respira hondo mientras oye la cafetera trabajar, con el sonido repicándole en la cabeza, decide lavarse la cara ahí mismo, aún puede notar la sequedad de sus lágrimas por todo el rostro. Nunca antes ha llorado por una chica, a sus 26 años recién cumplidos, nadie la ha hecho sentir así, y se recrimina a sí misma de nuevo el haber caído en algo de lo que tanto huía siempre.

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