17.- Pololo nuevo.

Magsimula sa umpisa
                                    

Salí para ir a colgar las toallas y sacudí mi pelo.

-¿Cómo fue tu baño?- me preguntó el Jaime irónico.

-Chistoso- bufé y saqué un cigarro poniéndolo entre mis labios.

-¿Podi fumar afuera?, me molesta- me dijo el Bestia serio y lo miré alzando una ceja. Él soltó una risa y yo sonreí nerviosa- broma, fuma no más.

-Iba a fumar igual, me importa un pico.

-Qué mala eres, Becca por dios- exageró la Feña- perdona por lo del baño, flaca.

-Ya, da igual- le resté importancia.

Comenzaron a rotar para bañarse, mientras, los que ya estaban listos, o sea, el Nico, la Cristal, el Naiko y yo, conversábamos sobre qué comer.

-Vamos a comer mariscos weon, tengo ganas de comer un buen choro- dijo el Naiko con notorio doble sentido.

-Yo creo que también lo mejor es salir a comer, en volá, yo no sé cocinar y no creo que ustedes sepan también- comentó la Cristal.

-El Nico no sabe ni poner el hervidor- agregó el Edgar sacudiendo sus rulos al aparecer por el pasillo- yo sé cocinar, pero me da paja cocinarle a tanto weon, menos a la Becca, si quiere a ella le hago un pastel.

-Mejor comámonos- lo miré caliente y él soltó una risa.

Al final, por decisión unánime fuimos a comer. Nos pusimos de acuerdo en que todos pagaríamos, nos dividimos la cuenta en partes iguales y cada uno paga. Sin webiar, estuvimos alrededor de 3 horas en el restaurante. Volvimos a la cabaña como a las 17:30, nos estaban prácticamente echando.

Cuando volvimos a la cabaña, me puse bikini y un polerón gigante color gris con letras azules con una frase en francés. Bajé a la playa con el Edgar y nos acostamos a tomar sol. Al principio cada uno estaba por su lado, pero el Edgar me abrazó por la cintura y me pegó a él. Me subí arriba de él y le di un beso. Él me siguió el beso y me apretó levemente las caderas, haciéndome sentir completamente segura de mi misma y de que él era la persona que me daría la confianza necesaria para volver a creer en el amor.

-Te amo- le dije separándome de él con una sonrisa. Aquella palabra salió tan del fondo de mi corazón que ni yo misma podía creer que la había dicho.

-También te amo- me dijo y lo volví a besar. Se separó de mí y se sentó. Quedé sentada en sus muslos con mis piernas rodeando su cintura- ¿quieres pololear conmigo?

Mi corazón comenzó a latir rápido, quizás íbamos algo rápido para algunos, pero todo el tiempo perdido lo recompensa. Asentí y agarré con fervor sus mejillas y lo atraje hasta mi boca, besándolo con necesidad.

No sé en qué momento el resto de los chiquillos bajó, estábamos en la playa... bueno, todos menos el Bestia y la Cris. Cuando vuelva a la cabaña la webiaré. Nos dedicamos un rato a jugar en la playa, mojarnos los pies y empujarnos. Me dio frío junto con el Naiko y el Nico, sí que los tres subimos a la cabaña. Antes de entrar escuchamos gemidos y gritos, miré a los chiquillos con una sonrisa y mordí mi labio para ahorrarme la risa y no interrumpirlos. Nos alejamos y rompimos en carcajadas.

Vi la hora en mi teléfono y eran las 7 de la tarde. Volvimos a bajar y les contamos a los chiquillos lo que escuchamos y se cagaron de la risa al igual que nosotros. Les dimos unos 40 minutos más y volvimos a subir, pero esta vez todos. Nos quedamos en silencio atrás de la puerta esperando escuchar algo, escuchamos ruido en la cocina, pero no parecía que estuvieran tirando.

Abrí la puerta sin pudor alguno y vi a la Cristal tomando jugo con polera y short.

-Se demoraron bastante- comentó con una sonrisa la rubia.

-Sí, es que no hay como la brisa marina, es casi tan placentera como el sexo- dije con una sonrisa divertida mientras tomaba una chaqueta que estaba tirada en el sillón.

-Es mejor el sexo en la playa- agregó el Naiko.

-Con el sonido de las olas chocar, qué wea más rica- el Nico se cagó de la risa y me abrazó por los hombros- ¿Qué opinai tú Cris?

Miré a la Cristal con una sonrisa y ella estaba roja de vergüenza.

-Debe serlo- se fue por el pasillo y desapareció en su pieza.

Miré a los chiquillos y nos cagamos de la risa.

(...)

-¿Has visto al Javier desde que saliste del centro?- me preguntó la Feña sacudiendo su cigarro.

-Sí, pero fue en el paradero una vez.

-Siempre odié a ese weon, me caía como el pico.

-Lo sé, fui muy tonta al no separarme de él antes.

Ella asintió. La Cristal llegó a nuestro lado con tres latas de cerveza y nos pasó una cada una, sacó un cigarro de mi cajetilla y lo encendió.

-¿Qué hablan?

-Del ex de la Bequita- le respondió la Feña dando una calada- su maravilloso ex.

-¿Qué tenía de malo?

-Era traficante, ladrón y varias weas más.

-Chucha, teni buen gusto weona. ¿Cómo pasaste de ese weon al Edgar?

-Estaba metida en las drogas también, bastante metida de hecho. Por esa wea seguía con él.

-¿Ya no?- me preguntó extrañada.

-Entré en rehabilitación y me alejé de todo ese mundo.

Ella asintió y le dio una calada a su cigarro.

-¿La plata que trajiste era de él?- me preguntó la Feña y yo asentí- no quiero que vuelvas a hablar con ese weon.

-No pienso volver a hablarle- respondí con una sonrisa y ella suspiró.

-Elimina todo tipo de contacto con él o cosas que tengan que ver con él.

-Me estás diciendo esto algo tarde, ya lo hice.

Ella besó mi cabeza y le dio una calada al cigarro. La Cristal me dio una mirada con una sonrisa y apoyó su cabeza en mi rodilla.

Editado 2 de Noviembre 2017.


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