3.- Gordito ganador.

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Tres semanas desde que estoy en casa, tres semanas donde todo era exactamente igual a como era antes.

Bueno, sin mis adicciones o mis salidas de días y días donde no volvía a casa hasta que me acordaba que tenía una, pero digamos que ahora, me aburría como una ostra en mi casa, pero estaba sana y eso es lo que importa, ¿no?

Excepto el día martes que tenía psiquiatra, aún no terminaba completamente el tratamiento. Tendría que ir a psiquiatra y psicólogo durante un año más, pero por un poco de libertad acepto todo.

Ahora me dedicaba a dibujar en una croquera posibles tatuajes y weas random, también me preocupaba de ver la posibilidad de tomar mis puntajes psu antiguos y entrar a la universidad.

Resulta que fui a preguntar y si puedo, sí que la misma semana que supe, postulé a distintas carreras para estudiar, no eran 800 puntos, pero puta, eran buenos puntajes.

Alcancé justo para postular, literalmente justo, casi quedo fuera de la lista.

Por otra parte, las peleas con mi hermana eran cada vez más comunes y con el Benja con cuea nos hablábamos, de todas formas no me sentía mal, desde hace tiempo que la comunicación con mi familia va en decadencia.

-Becca- entró la Danae a mi pieza- ¿puedes ir a comprar pan y una cerveza de litro al negocio?

-¿Por qué no vas tú?- le pregunté cansada. Ella me miró mal y terminé cediendo- bueno.

Me puse un short de jeans y una polera de un pollo con una metralleta, me quedaba grande ya que era de un primo, se le quedó aquí hace años y yo la usaba como pijama. Me puse chalas y tomé un cole para hacerme un moño mientras bajaba las escaleras.

Tomé la plata y la botella para ir a comprar.

Fui caminando, antes siempre iba para allá, por lo que recordaba perfectamente la dirección.

Ni que fuera un laberinto la wea, si era a dos cuadras.

Entré con confianza y vi a una mina morenita con el pelo peinado en una trenza jugando con su teléfono.

-Buenas tardes- saludé para llamar su atención.

La mina alzó la vista y dejó su teléfono de lado. Me miró y abrió sus ojos en grande.

-¿Becca?- me preguntó mirándome y yo sonreí- tanto tiempo weona, pensé... que te habías ido y... que no volverías.

-Pues aquí estoy, ¿Qué es de tu vida?- le pregunté apoyando mi codo en el mostrador.

-Trabajo, estudio y atiendo el negocio. Este va a ser mi cuarto año en gastronomía y puta, estoy feliz. ¿Y tú? ¿Qué onda?

Alcé los hombros. Creo que no lo supo.

-Voy a entrar a estudiar ahora, espero que me acepte alguna universidad.

-¿No estabai estudiando?- preguntó abriendo sus ojos.

-No, ¿mis papás no te dijeron?

-No, o sea, me dijeron que te habías ido y que no sabían nada de ti.

Reí sin creerlo.

-Fer, estuve casi dos años en rehabilitación- dije tranquila y ella me miró seria.

Movió su trenza y suspiró. No sabía qué decirme, típico.

-Sabía que tenías problemas, pero nunca al punto de entrar rehabilitación-su voz era suave, como intentando en pronunciar las palabras correctas- ¿cómo entraste ahí?

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