º º º

Me senté en el banco que estaba enfrente de la iglesia del reverendo Greene y esperé. Sabía que si el reverendo me veía me reconocería de inmediato, porque físicamente era una diecisieteañera. Pero mi aspecto físico no había cambiado tanto desde la última vez que nos vimos, era muy parecida a como era de pequeña y era fácil reconocerme. Mis rasgos se habían hecho más adultos y definidos, pero mi cara era la misma. Aunque yo no pensaba dejarme ver hasta que no fuera el momento adecuado, no quería llamar su atención antes de tiempo.

Y después de tres horas de espera al fin le volví a ver después de tantos años. Se le veía mucho mayor. Su pelo estaba blanco como la nieve y caminaba con ayuda de un bastón. No pasé por alto que todos en el barrio le saludaban como si fuera el gran vecino al que todos admiraban.

Si tan sólo supieran el monstruo que se escondía en su interior...

A ese demente no le hubiera importado que yo muriera, seguramente habría dicho que el demonio que me poseía se negaba a irse y que él había hecho todo lo que había podido por salvarme. Cuando era él el que me obligaba a beber cosas que me mataban por dentro.

Y miedo me daba pensar qué es lo que hacía en ese centro que había abierto para niños "problemáticos". Pero iba a averiguarlo y por su bien más le valía que ningún niño estuviera sufriendo como a mí me había hecho sufrir en mi infancia, porque de ser así su muerte no sólo iba a ser lenta y tortuosa, sino que él mismo iba a suplicarme para que acabara con su vida.

º º º

A la cuarta noche de estar en Seattle y de vigilarle me llevé una desagradable sorpresa. Greene hacía visita a los miembros de su iglesia y esa noche tocó hacer visita a la casa de... Renée Swan.

No me podía creer que estaba enfrente de la que había sido mi casa en mi infancia. Y aún menos que estuviera tan cerca de ese ser que se hizo llamar mi madre y al que odiaba profundamente.

La casa estaba prácticamente igual, apenas había cambiado nada.

Yo me quedé en mi coche mientras les oía hablar, era en estos momentos cuando agradecía tener los sentidos tan desarrollados al ser vampira.

-¿Qué tal te va todo, Renée? -le preguntó nada más tomaron asiento.

Tuve que contener el aliento cuando volví a oír esa voz con la que tantas noches había soñado cuando era humana, la misma voz que me acusaba de que era un demonio.

-Tirando, reverendo, tirando. Me siento muy sola. Debí vender esta casa e irme lejos, este lugar sólo me trae malos recuerdos.

¿Malos recuerdos a ella? ¡Malos recuerdos a mí! ¡Y malos recuerdos creados por culpa de ellos dos! Pero era mi madre la que se hacía la victima, increíble...

-Aún estás a tiempo de irte lejos de este lugar, sigo opinando que estás en peligro si tu hija...

-¡No la llames así! ¡Ese demonio no es mi hija! ¡Satanás cambió el feto y me puso a uno de sus demonios en mi interior! -oír hablar así a mi madre de mí me paralizó por completo. Estaba totalmente loca, tal vez incluso más que desde que me marcó la frente y me dejó tirada en aquel orfanato.

-Tienes razón, perdona, pero si ese ser demoníaco volviera por aquí estás en peligro. Los demonios destruyen todo a su paso y si le da por volver sólo Dios sabe de lo que sería capaz.

Mi madre empezó a llorar desconsolada.

-Lo sé, pero no tengo a donde ir, no tengo trabajo y si tengo un techo donde vivir es porque esta casa la dejó pagada mi ex marido antes de morir, es lo único que tengo. Ay, reverendo, ¿qué cosa tan mala habré hecho para que naciera esa cosa de mi interior? -exclamó retóricamente y siguió llorando desconsolada.

La hija del diablo (terminada)Where stories live. Discover now