Eleven

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Un efecto inesperado de su salvaje noche juntos fue que la frialdad entre ellos desapareció. Charles se comprometió a ser más ordenado, pero para Erik fue obvio que no estaba en su ADN ser tan ordenado como él mismo. Se resignó a recoger los vasos y toallas olvidados de Charles, arreglar ambos lados de la cama y devolver los libros abandonados a sus lugares. Después de aceptar esto y ser testigo del esfuerzo que Charles hacía, dejó de parecerle una carga y se convirtió en una parte más de su rutina de limpieza.

Sí que se opuso a que siguiera comiendo en cualquier sitio que no fuera la mesa o la cocina, pero Charles aceptó su condición y no tuvo problemas en no romperla.

También comenzaron a hablar entre sí, tímidamente al principio y luego con creciente confianza. Charles le contaba cómo había ido su día, Erik hacía lo mismo, y con el tiempo comenzaron a profundizar con detalles. Pronto ambos conocían los nombres de las personas en el trabajo del otro. Discutían sobre la cultura pop, los sucesos actuales y política. Compartían la misma opinión sobre muchas cosas y estaban tan en desacuerdo con otras, que sus conversaciones siempre fascinaban a Erik. Y Charles era brillante. Era fácilmente la persona más inteligente que Erik hubiera conocido.

Una segunda consecuencia fue que Erik comenzó a necesitar masturbarse dos veces durante su ducha de la mañana los días siguientes, pues los recuerdos lo mantenían casi constantemente ansioso. Volvía a vivir momento a momento de esa noche; la forma en que Charles lucía y olía y hablaba, la forma en que su cuerpo lo había apretado tan bien cuando estuvo dentro de él. Fantaseaba con repetirlo y hacerlo de muchas maneras diferentes.

Estaba preparando la cena en la cocina, casi una semana después de que habían tenido relaciones sexuales, imaginando una escena donde, en un universo alterno, él empujaba a Charles sobre la cama en un glorioso ángulo, cuando escuchó la lleve del Charles real abriendo la puerta. Aclaró rápidamente su mente, fue a la nevera y la abrió para calmar su casi erección.

"Buenas tardes," dijo Charles animadamente, entrando al apartamento.

"Buenas tardes," repitió Erik, esperaba que Charles no notara que realmente no estaba buscando nada en el refrigerador.

Charles siguió su camino. Erik cerró la puerta del refrigerador cuando el frente de sus pantalones lució normal de nuevo. Volvió al pollo que cocinaba en la estufa.

Charles regresó de guardar sus cosas en el estudio y se paseó por la cocina.

"¿Qué estás haciendo?"

"Pastel de pollo."

"¿Puedo ver cómo lo haces?"

Erik levantó la mirada. "Si quieres."

Charles se mantuvo cerca mientras él drenaba el pollo, acomodaba los vegetales y sacaba la tabla de cortar para cuando de pollo se hubiera enfriado lo suficiente, pero cuando Erik intentó alcanzar su sartén y Charles estaba en su camino, decidió moverse a una esquina cercana.

"Siempre he sido un fracaso en la cocina," inició conversación. "Raven puede preparar algunos platos básicos, pero yo he quemado gelatina."

Erik soltó una risita y Charles sonrió en respuesta.

"¿Por qué te gusta?"

"¿Cocinar?"

"Sí."

"Es relajante," dijo. "Hay orden y precisión, me gusta."

Charles asintió.

"Bueno, como beneficiado, pienso que eres muy bueno."

Habían iniciado a cenar juntos hace un par de noches. Charles siempre se fascinaba con cada platillo que Erik cocinaba, lo cual subía puntos al ego de Erik.

Four Nights  //  CherikWhere stories live. Discover now