Nineteen

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Las acciones de Jason dejaron menos impacto en Charles de lo que había temido, probablemente debido a su tumultuosa crianza, que lo endureció de una manera indescriptible. Crecer en la casa de Kurt Marko significaba ventaja después de todo, pensó con humor mientras observaba a Erik perforar la puerta principal para instalar un cerrojo.

Durante muchos días después siguió sintiendo cosquilleos en la parte de atrás de su cuello, como si un par de ojos estuvieran constantemente sobre él. La idea de seguir trabajando en una oficina solitaria lo asustó. Solicitó un cambio de oficina y le preguntó a Hank si no le importaría compartir. A Hank no pareció importarle, así que Charles se mudó con él. Siempre le había agradado Hank y apreciaba su trabajo, pero no habían trabajado cerca antes. Compartir el espacio cambió eso, y pronto se convirtieron en buenos amigos.

Así que si había algo bueno en todo lo que Jason había hecho, era eso.

El abogado de Jason estaba alegando locura, y lo que fuera que Jason estuviera diciendo acerca de Charles ante el tribunal era lo suficientemente alarmante como para que terminara en un hospital psiquiátrico.

"Allí," dijo Erik con satisfacción, moviendo, cerrando y abriendo el cerrojo varias veces. "Debería funcionar bien. Enciérrate. Voy a salir y tratar de entrar, veamos si funciona bien."

Charles lo miró como si estuviera tan loco como Jason.

"No vas a intentar entrar," dijo. "Romperás la puerta y tendremos que reemplazarla. Entonces querrás probar la cerradura en esa nueva y se iniciará un ciclo sin fin. Hacerlo nos llevará a la locura, Erik. Estará bien."

Erik parecía querer discutir, pero finalmente dijo: "Bien."

Pobre Erik, pensó Charles mientras ayudaba a recoger las herramientas y a limpiar el aserrín. Aunque no estaba enamorado de Charles como Charles estaba de él, podía decir con seguridad que ahora eran buenos amigos. Muy buenos amigos. Y Charles siendo secuestrado lo había asustado mucho.

Le enviaba mensajes a Erik cada hora si es que podía, haciéndole saber cuándo iba a clase o a una reunión o si estaría lejos de su teléfono para que no se alarmara si no recibía noticias suyas por un tiempo.

Iniciaron con esto un par de semanas después de lo ocurrido con Jason. Estaban a mediados de abril, y quedaban menos de dos meses de matrimonio, un pensamiento que afligía a Charles cada vez que veía un calendario.

Un día había estado hablando con Hank, y Hank había dicho algo que provocó una idea para su investigación. Fueron al laboratorio a experimentar. Quedó absorto en lo que hacían, llenando datos con Hank, registrando sus resultados, hasta que finalmente miró el reloj y vio que habían gastado cuatro horas en ello.

Se le revolvió el estómago. Había dejado su teléfono en su oficina.

"¡Tengo que irme!" Le gritó a Hank, casi cayendo de su taburete en su prisa a salir por la puerta.

Atravesó los pasillos de Columbia, casi chocando con dos personas, y golpeó la puerta de la oficina al entrar. Se tiró sobre el teléfono que estaba sobre su escritorio.

Tenía diecisiete llamadas perdidas de Erik.

Desbloqueó el teléfono y presionó 'llamar' con las manos temblando demasiado como para funcionar.

"¿Charles?" preguntó Erik frenéticamente al primer timbre.

"¡Erik, Dios mío!" exclamó Charles. "Lo siento mucho. Me metí en el laboratorio. Lo siento mucho."

"Me marcho de regreso, entonces," dijo Erik, tranquilizando su voz.

Charles frunció el ceño. "¿De regreso?"

Four Nights  //  CherikWhere stories live. Discover now