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Una hoja teñida de marrón cayó sobre su libro, interrumpiendo su lectura.

El chico la tomó con delicadeza y la observó por varios segundos. Elevó la mirada y ladeó un poco la cabeza mientras observaba las copas del inmenso roble que lo cobijaba. Suspiró.

Una suave sonrisa se asomó en sus labios dejando ver un par de hoyuelos, volvió a mirar la hoja, cerró su ejemplar de Frankenstein y susurró.

—Ya es tiempo de cambiar, ¿cierto?–. Tras decir eso, se le formó ese recurrente nudo en la garganta y trató de apartar su mente del camino que estaba tomando. Recargó la espalda en el que había proclamado como su árbol y se distrajo mirando a todos sus compañeros de facultad que pasaban a su alrededor. Reconoció a algunos, pero a ninguno le habló puesto que nunca había sido particularmente sociable, además de que siempre tenía ese temor de ser señalado.

Torció la boca. Miró su reloj de pulso y abrió grandes los ojos, tenía que correr a casa. Guardó casi todas sus cosas, salvo el libro, desdobló las piernas y se puso de pie, se sacudió el césped del pantalón y la gabardina y comenzó a caminar a prisa hacia la salida.

Mantuvo la mirada baja mientras avanzaba, jugueteando con los dedos en la cubierta de su libro; de pronto escuchó mucho escándalo, frunció el entrecejo y levantó la mirada por un momento, arrepintiéndose en seguida: Ahí estaba él, Oh Sehun.

Apretó los labios obligándose a mirar en otra dirección y a contener las lágrimas cuando de reojo pudo verlo besándose con su nuevo novio, del que ahora sí parecía enamorado: Xiao Luhan... Todos los amigos de ambos estaban ahí, aplaudiendo como si estuvieran presenciando un final de telenovela. Negó con la cabeza y cerró los ojos por un momento, siendo éste el mismo en el que se impactó contra alguien.

—Lo... Lo siento–. Dijo simplemente mientras se agachaba a recoger su amado libro del suelo. El pelinegro sonrió y negó con la cabeza; pero el de ojos dormilones no lo estaba mirando.

—No te preocupes–. Respondió y el contrario hizo una leve reverencia, alejándose luego sin más.

Kim JoonMyun se quedó mirándolo mientras se iba, se colocó una mano en el pecho y pudo sentir a su corazón latir con fuerza... Sí. Esa había sido la primera vez que habló con Zhang Yixing, y realmente había sido muy diferente a todos los escenarios que había imaginado. Pero qué importaba...

Sonrió. Suspiró y se dirigió a la salida con una sonrisa amplia, ignorando el escándalo que había a su alrededor, aunque no le fuera del todo indiferente.

****

Yixing estacionó su bicicleta en el jardín y entró a casa. Se sorprendió de hallarlo todo tan silencioso, así que echó un vistazo en la cocina, el salón, el patio trasero y el estudio... Nadie.
Frunció el entrecejo y subió las escaleras, se detuvo en la primer puerta y trató de abrirla, pero estaba con llave, la golpeó un par de veces y llamó.

—¿Baek?... Baekhyun, estoy en casa–. Dijo y no obtuvo respuesta, torció la boca y siguió a la siguiente puerta, que era la de su propia habitación, encontrándose con un recado pegado en ella.

"Hyung...

Papá y mamá se fueron a su viaje antes. Me pidieron que los despidiera de ti y te dijera que te llamarían más tarde para ver cómo va todo. Ya sabes como son.

No te llamamos porque temíamos que siguieras en clase o que estuvieras en alguna de esas conferencias que te gustan... Y bueno, nunca revisas tus mensajes en el momento.

RecomenzarWhere stories live. Discover now