Memorias

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Rose, 2007.

Soy tímido, siempre lo he sido.

Así como fue con mi primer y único amor. Nunca la pude tener conmigo con plenitud hasta el día de su muerte.

Desde ese día mi vida cambió.

Ya esta triste corbata lo que hacía era apretarme el cuello... Dejarme sin aire.

Ahogado en las fosas de la depresión, sabía que me quedaba poco tiempo para caer en desgracia.

Hasta que consulté con el gran maestro Robert y me recomendó no volver a intentarlo, que no lo necesitaba. 

Tienes una gran maldición por tu corbata Rose. Tu destino es cruel si lo piensas con alguien a tu lado, porque él mismo se encargará de quitarte todo en la vida—exclamaba Robert.

Que así era feliz... era lo que él me decía...

Pero yo quería ser igual a todos.

Tener una familia.

Una esposa a la cual amar hasta el fin de mis días... a pesar de no ser necesario para mí.

Quiero, pero... no volvería a soportar otra pérdida.

Me replicó mi maestro.

—Lo puedes volver a intentar. No existen imposibles Rose. Quizás yo no pude, pero tal vez tú sí. Siempre encuentras la solución a todo. Así será en esta ocasión.

Bajé mi mirada y continuó hablando.

La única manera de que lo consigas, es hacer algo que nunca hiciste. Esa es la prueba final—sentenció.

Hasta que después de tantos años... Apareció esa chica. En esa fría y solitaria noche del bar, donde por fin la encontré.

Sumergida en lágrimas y llantos... 

Me recordó tanto a Estela... Que no tardé más tiempo y decidí usar el segundo y único cortejo mágico que me quedaba con ella...

Y así fue.

Aunque sea imposible.

Buscaré la manera...

De estar toda la vida junto a ella... 

Robert me dijo un día, que el peor enemigo de los corbatas, son los corbatas. Pero existe un rival más complicado todavía:

Y es la corbata misma.

Al concluir, me despedí de mi maestro ese día, sin saber que sería la última vez que lo vería con vida.

Pero luego de esto no sé que pensar. 

¡No entiendo nada!

Maestro...

¿Cómo sigues con vida...?

...

South Valley. Oeste de Derk City.

—Así que todo este tiempo el maestro estuvo aquí... y luego uno es el villano. Nunca nos dijiste nada Adonis—dijo Caín extrañado.

—¡Déjenme en paz ya! malditos. No puedo ni caminar—exclamaba en medio del dolor Adonis al tener su tobillo roto en dos. Siendo apoyado por Bright y Altamirano.

Al final arribaron a la gran puerta de madera en la torre norte de South Valley.

Todos los enemigos estaban presentes.

Weasen, Altamirano, Bright, Evan y Caín junto a Adonis malherido de rehén.

Samuel había decidido llegar más tarde. Necesitaba armarse bien para el definitivo combate con Robert.

Asaltando a la entrada, Bright destrozó la puerta de madera con ambas espadas. Y Weasen dio el toque final empujando para abrirla.

—En el último piso, en la azotea... allí está el maestro—dijo Adonis pausadamente, con ambas manos en los tobillos.

Cuando acometieron al último piso de la extensa azotea, se encontraron con un desconcertante regalo. 

Un pelotón de catorce hombres, con Shane como líder a la cabeza.

Los estaban esperando para una emboscada.

—Bienvenidos al infierno idiotas—exclamó Shane divertido mientras rotaba su espada con la mano derecha. 

—¡Maldición!—gritó Caín. 

—No te preocupes chico... aquí me encargo yo—dijo Weasen muy confiado.

Bright no perdió el tiempo y fue directo a confrontarse con Shane.

Le dio un zarpazo con su espada y corbata azul esquivó inclinando su cara.

—¿¡Qué demonios!?

—¿Lo recuerdas Shane? volvió tu peor pesadilla—contestó Caín.

Corbata azul cambió sus risas por seriedad y guardó mesura.

—¡Bright! ¿cómo rayos? si te había aniquilado en Salzburg.

Mientras Shane hablaba, el pelotón intentaba hacerle frente a esos monstruos de la guerra pero era prácticamente inútil contra Caín y Weasen.

Para ellos dos esos hombres eran solo un simple entrenamiento.

Mientras Shane y Bright peleaban en los bordes de la azotea y los demás enemigos masacraban al pelotón. Se presentó Ian en el acto y se topó con Evan, que partió a él desde atrás.

—Jodido Evan. ¡Hermano reacciona! aléjate de Caín—declaró Ian con furor.

Evan no contestó y en un suspiro se columpió con la palma de su mano a un tubo, para dar una vuelta y pegarle en los tobillos a Ian, logrando tumbarlo al suelo.

Naranja en el piso, muy veloz se levantó y consiguió con rapidez, impactar la tosca empuñadura trasera de su espada, en un costado de la zona abdominal del corbata.

Evan salió disparado cercano al límite de la azotea, estrellándose en un poste de luz en la esquina del balcón.

Ian vertiginosamente fue a sumarse con el pelotón, enfrentándose así mano a mano contra Weasen. Pero poco pudo hacer ante un rival tan difícil.

Weasen lo acorralaba con su fuerza demoledora, e Ian apenas le quedaba la posibilidad de evadirlo a medias.

Casi todos los corbatas se encontraban en combate.

Solo faltaban Feliciano y Rose, que ya estaban rápidamente camino a South Valley.

Corbata rosaWhere stories live. Discover now