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– Jeon. –el rubio sonrió.

– Pareces no tener ningún tipo de pudor en cuanto a acercamiento, Jimin. –escupió con sorna.

Soomin observaba estupefacta la escena, incapaz de moverse o hacer algo coherente. La intensa mirada detrás de las falsas sonrisas de los dos la mantenían desconcertada.

– Me conoces muy bien, Jungkook. Soy todo un casanova, ¿cierto? –las palabras salían cómo misiles de su boca. Con un deje de ironía y diversión.

La chica se impulsó, logrando salir del agarre de Jimin. Ellos posaron su vista en la castaña. Tragó saliva y al no salir palabra alguna de su boca se dio vuelta en dirección a la barra, huyendo de la incómoda situación. Pero falló miserablemente al sentir una mano entrelazada en su muñeca, evitando su huída. Era Jungkook.

– Necesitamos hablar. –gritó claro y fuerte con el propósito de que ella pudiera escucharlo apesar de la música que resonaba en las paredes del lugar.

Otra mano se posó en su brazo. Levantó la vista aturdida y ahí se encontraba Jimin, mirando intensamente a Jungkook. El aire se volvía denso.

– Ya basta. –soltó abrumada, llamando la atención de ambos chicos. Tiró de su brazo, dejándolo al costado de su cuerpo. Luego de una mirada rápida hacia los dos se dio vuelta y comenzó a caminar, desapareciendo entre la multitud.


Ella sabía perfectamente lo extraño de su comportamiento con Jimin. Se preguntaba el por qué de su manera de actuar frente a una persona desconocida. Ésto era raro, no tenía sentido para Soomin.

[...]

– ¿Dónde estás? ¡te estuve buscando por más de media hora y no apareces! –inquirió entre dientes através del celular. Escuchó leves balbuceos y carcajadas.– ¿Minho?

– Soomin... mi linda amiga. –él habló, arrastrando las palabras e hipando, y fue ahí cuando Soomin se dio cuenta de la borrachera de su amigo.

– Oh, no.

– Oh, si. –dijo de forma burlona. El silencio reinó por segundos hasta que las risas del chico interrumpieron éste.


– Dime dónde estás. Dime que sabes dónde estás... –la chica miró la gran casa y luego al pavimento.

– Umh... estoy en... ¿dónde estoy? –Soomin soltó un resoplido y frotó su mano sobre su rostro con frustración.

Ya había lidiado con un Minho ebrio. Una vez lo había encontrado hablando plácidamente con una planta mientras reía y decía cosas sin sentido alguno. También evitó que lo atropellara un camión a las tres de la madrugada en plena carretera. Y luego en un bar karaoke cantando a todo pulmón canciones de 2ne1, BigBang y Girl's Generation. Era todo un lío.

– Mierda.

– ¡Cuida tú vocabulario, jovencita! –reprochó el chico. Ella solo quería reir por el comportamiento de él, porque apesar de ser todo un caos, siempre disfrutó los momentos
no-sobriedad de su mejor amigo.

Se percató de que Minho aún seguía en la fiesta. Se podía escuchar la música proveniente de ésta.


– Quédate ahí. –se encaminó a la entrada de la fiesta– Iré por tí.

Cortó la llamada y se escabulló entre los adolescentes enloquecidos. Buscó en cada rincón de la extensa casa, evitando toparse con el rubio y Jungkook. Por suerte, no los había encontrado. Decidió subir hasta el segundo piso. Lo primero que vio fue el gran pasillo que parecía no tener fin, con unas diez puertas a sus costados. Eso sólo logró que se confundiera más. Abrió con precaución cada una de las puertas, encontrándose con escenas desagradables o con la nada misma.
Sólo una puerta café quedaba al final del pasillo. Caminaba lentamente, sintiendo la música lejana y viendo los cuadros abstractos colgados en la pared bordó, dándole un panorama tranquilo y relajado.


Tomó el pomo de la puerta y lo giró levemente, inclinándose hacia adentro del cuarto. Se percató la presencia de alguién más en la habitación. Todo se encontraba oscuro. Sólo pudo distinguir uno que otro movimiento. La abrió completamente con lentitud y siguió con atención los movimientos del individuo dentro de la habitación. La chica abrió los ojos de par en par al notar como la persona levantaba los brazos y se sacaba su camiseta. Fue en ese momento cuándo notó que era un chico. Su rostro se tornó de un rojo vivo. Parecía no notar que la chica estaba parada en la puerta.

– ¿Minho...? –preguntó con inseguridad. El chico dejó de hacer lo que hacía para mirarla. Ella se encogió en su lugar.


– ¿Quién eres? –la fuerte voz se hizo presente luego de un silencio sepulcral. A la chica se le heló la sangre al darse cuenta de quién se trataba.


– L-lo siento... yo y-ya me iba. –se giró en su lugar, pero antes de que pudiera irse volvió a hablar.


– ¿Gatita? –Soomin se estremeció de pies a cabezas al escuchar ese apodo. Cerró fuertemente sus ojos y apretó el agarre de su mano al pomo de la puerta.– Así que eres tú. –escuchó una dulce risa provenir de los labios del rubio.

– Me voy. –espetó y la abrió para salir huyendo, algo que no le resultó, ya que la mano del chico se posó en su muñeca y en un movimiento rapido cerró la puerta, apoyándola en la misma.

– ¿Qué haces? Sueltame. –se dirigió al chico con nerviosismo. Forcejeó tratando de separarse, pero solo logró que Jimin se acercara aún más.

– ¿Por qué no aprovechamos el momento? –pronunció, arrastrando cada sílaba y provocando una severa arritmia en sus respiraciones.

– Porque no te conozco... ¿tratas de seducirme?


– ¿Está funcionando? –susurró cerca de su oído con lentitud. Acortó la distancia, invadiendo su espacio y dejándola sin aire.

Apartó con suavidad uno de los mechones que caían por el cuello de Soomin. Se estremeció al toque frío del chico en su piel. Necesitaba urgentemente una botella de agua que paliara la repentina sequedad que se había originado en su garganta. Sus rodillas eran incapaces de efectuar movimiento alguno, y el acercamiento del cuerpo semi-desnudo al de ella no ayudaba.

Jimin rozó sus labios con los de la chica, causándole espasmos por todo el cuerpo. No dudaba en que quería probarlos, pero estaba mal, no conocía por completo a la persona con aura intimidante frente a ella.

– Deténte. –la voz de Soomin se oyó firme, haciendo que el chico se alejara. Soltó el agarre con el que sostenía a la chica y comenzó a caminar en dirección al interruptor, lo tocó provocando que ilumine toda la habitación y la pelinegra se volviera un tomate al ver el pecho desnudo de Jimin. Alejó la mirada avergonzada y se dió media vuelta para irse, escuchando lo último que él le dijo.

– Seguiremos ésto en otro momento, bebé. –dijo con parsimonia.


Un sentimiento extraño la atacó al escucharlo y luego de eso cerró la puerta de madera detrás suyo, malgastando su tiempo tratando de calmarse. Procuraba no volver a verlo, pero al parecer él pensaba todo lo contrario.

– Eres una persona atrevida, Park Jimin. –murmuró





ASDSJSKJAAN ESTOY MUY EMOCIONADA CON ESTA HISTORIA. ¿se nota? Ahre

IGUAL NO ME CONVENCE ESTE CAPÍTULO, BC NO QUEDÓ CÓMO YO QUERÍA, PERO ESPERO QUE LES HAYA GUSTADO ♡

Dared✧ P. JiminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora