#168: The Holder of Zeal

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Del bajo latin ‘zēlus’, llámese ‘celo’ como una ferviente devoción y entusiasmo, a menudo extrema o fanática en su naturaleza, hacia un movimiento religioso, causa política, ideal, o aspiración.


En cualquier ciudad, en cualquier país, ve al cementerio más grande dentro de los límites de la ciudad. Lleva contigo algún otro Objeto, además de una pala, una brújula, y un reloj, así como también alguna fuente de luz y algo para leer si te aburres muy fácilmente. Haz esto en alguna noche de luna llena.

Ve al punto más alto en el cementerio, y manteniendo la mirada en el reloj, espera a medianoche. Cuando la hora llegue, párate y di: “Llévame ante The Holder of Zeal. Una vez hayas dicho esto, la luna llena menguará en oscuridad, dejando tus alrededores sin luz, excepto por una tumba, que brillará pálidamente. Toma tus suministros y ve allí. La lápida dirá: ‘El Holder del Celo’, y en el epitafio: ‘A través de la devoción todo es posible’. Comienza a cavar frente a la tumba, y no te detengas hasta que hayas desenterrado completamente el ataúd sellado abajo. Abre la tapa del sarcófago – debería ser fácil – y verás que no contiene cuerpo, ni ninguna otra cosa salvo total oscuridad. Ésta es tu última oportunidad de retroceder. Si continúas, la única manera de salir de esto será para verlo hasta el final.

Ahora, despójate de todo lo que lleves, con excepción del Objeto que hayas traído y la brújula (cualquier fuente de luz saboteará tus esfuerzos por continuar, y todas las demás cosas no serán más que un estorbo). Orienta tu brújula hacia el oeste, y posiciónate en el pozo de manera que mires hacia la dirección de la flecha. Deberías estar apuntando hacia el lado correcto del ataúd abierto. Ve delante y cuidadosamente introdúcete en el ataúd. Caerás por unos pocos segundos, pero el aterrizaje será indoloro. La oscuridad allí será total, pero tocando tus alrededores podrás discernir que estás en un corredor de piedra, con un espacio de aproximadamente 2 metros y medio. Ignora la ausencia de cualquier luz, tu brújula brillará con la misma luminiscencia tenue que la tumba que desenterraste, lo suficiente para que la puedas ver. Camina hacia el oeste.

Desde ahora, hasta el final del túnel (sabrás cuando llegues), no mires nada más que la brújula, no te muevas en ninguna otra dirección que no sea hacia el oeste, sin desviarse del centro del túnel. Dejaste atrás el muro de piedra con el primer paso. El crujido bajo tus pies es la trituración de fragmentos de huesos, y en ambos lados de donde estarás habrán sólidas y espasmódicas masas de carne. Cosas muertas, alienígenas, abominables, todos los tejidos vinculados en dos cuadros aborrecibles que serán tus únicos compañeros en este estigio camino.

Escalofriantes insinuaciones e insanos secretos serán susurrados, gruñidos coléricos juramentos, aullados terribles gritos, entre una cacofonía de ruido menos reconocible. Ver estas monstruosidades fusionadas con cualquier luz podría afectarte hasta lo más interno de tu ser, te petrificarás el tiempo suficiente para que las extremidades deformes te despedacen, añadiendo tus restos sanguinolentos a sus cuerpos compuestos. Incluso ver sus retorcidas sombras te llenará de horror. Así que, una vez más, no dejes de mirar la brújula, no te desvíes del centro, y no bajes el ritmo.

A su tiempo, el aborrecible murmullo cesará tras de ti. Cuando ocurra, mira arriba.

Estarás en un nicho no más amplio que el corredor que dejaste. Los muros serán de piedra una vez más, fijados en ellos, en varios lugares, lámparas que brillan con una extraña luz verde. El piso estará dividido en baldosas de formas no euclideas rodeando un estrado octagonal. Allí estará la estatua de una deidad olvidada, cuya forma será tan horrible que sólo los más devotos seguidores podrían mirarla sin sucumbir al terror. Mira a la figura camuflada detrás de la estatua, dándote la espalda. En silencio, con la cabeza inclinada respetuosamente, ve donde la figura y pregúntale: ¿Por qué debo creer en Ellos?

Una vez escuche estas palabras, el acólito se pondrá de pie y responderá: Porque Ellos creen en ti.

Volteándose para verte, el acólito levantará su capucha, revelando un rostro sin ojos en sus órbitas, pero con uno en el centro de su frente. Desde sus fosas nasales serpenteantes y boca sin labios, el icor fluirá incesantemente. Desde sus vestiduras sin forma, incontables extremidades, como colas de escorpión, terminando en hojas quitinosas, se deslizarán y estarán listas para despedazarte. No te defiendas, en su lugar, toma el Objeto que trajiste contigo, y concéntrate completamente en su forma, los recuerdos sobre la forma de su Holder, cómo lo obtuviste. Pero no pienses en lo que está a punto de pasar.

Cuando te hayas perdido ante el Objeto, más allá del poder de quién lo creó, el acólito comenzará con su tarea. El dolor infligido será terrible, pero no debes ser distraído por éste. Incluso aunque segmentos de tu cuerpo caigan al piso, no debes prestarle atención. De cualquier modo, morirás, pero sólo a través de este ejercicio supremo de la voluntad serás restaurado.

Si tienes éxito, despertarás en tu cama, en tu dormitorio, y el reloj mostrará las 2:00 a.m. Ve al espejo más cercano, y observa la red de líneas rojas a través de tu cuerpo. Estas cicatrices dolerán un poco, pero el dolor se encenderá ante la presencia de otro Holder.

La red de líneas rojas son el Objeto 168 de 538, las Marcas del Fanático. No dudes en tu camino, o Ellos te atraparán por toda la eternidad.

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