Capítulo 20

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Tres meses han pasado desde el huracán y la presa rota.

La ayuda económica ha llegado de ciudades cercanas, casi todos han podido reconstruir sus casas con mucho esfuerzo. En mi familia lo perdimos todo. La casa, también la tienda de mi padre, incluso el viejo granero ha dejado de existir.

En cuanto a la primavera, parece haberse ido definitivamente de Lavelcville.

Sin embargo, algunas cosas han cambiado para bien, Rowena y mi padre han unido esfuerzos y pudieron construir una pequeña casa en la que vivimos todos. Ellos ahora son pareja, luego de tantos años, mi padre al fin luce lleno de alegría.

Marisa y su madre también pudieron construir una casa, de hecho, al lado de la nuestra. Ahora mi mejor amiga y yo somos vecinos.

A Cherry no la he visto de nuevo. De seguro su madre la ha encerrado en una habitación de cristal temporalmente.

La secundaria todavía está en construcción, pero ahora las clases se imparten al aire libre. En cierto modo, resulta mucho más divertido.

Y sobre Asher… Bueno, él es un tema complicado para mí, aun después de esa noche en el refugio cuando me dijo un “Te amo”.

Esas palabras no han vuelto a repetirse. Asher y yo nos encontramos ocasionalmente en la fuente Clavelrosa, que por alguna razón inexplicable, quedó intacta después del huracán.

Cuando hablamos, el tiempo parece detenerse entre conversaciones tontas que no llevan a ningún lado. Resulta incómodo. Somos buenos amigos. Ambos sabemos que hay algo que nos atrae el uno del otro, mas no pasa nada, ni siquiera un beso.

Asher Woods me trata bien. Es caballeroso. No obstante, siento que hay ciertos temas de los que quizá no se atreve compartir conmigo.

Él me ha gustado desde siempre, pero desde la muerte de Theo, mi ilusión por Asher cambió. Puedo asegurar que ahora es un sentimiento más maduro.

Theo también es un tema difícil para mí, el dolor sigue presente, aunque es menos intenso o mejor dicho, soportable.

Lo extraño tanto. No hay nada que yo desee más que tenerlo a mi lado, pero aún teniendo otro “11:11 en primavera”, no lo regresaría a la vida. He aprendido la lección sobre pedir deseos.

Su ausencia, es algo que estará por siempre. Theo siempre será el amor de mi vida, porque gracias a él fui amado, y amé imperfectamente.

Si me pidiesen hacer una lista de las cosas que más extraño de Theo, la número uno sería su ternura. Esa razón por la que extraño su forma de ser, es precisamente que hay infinitas razones, y no podría escribirlas todas.

Y yo, simplemente permanezco aquí, sentado, preguntándome cuándo volverá la primavera.

—Anthony, ¿cómo te va? —me saluda Asher, en medio del parque recién construido, y frente a la estatua del león que decidió cambiar su posición antes de volver a ser inerte, metálico.

—Hola, Asher. Pues no me quejo, ¿y tú?

—Estoy bien, solo un poco aburrido —expresa—. Una casa rodante no es el lugar más entretenido del mundo. Por cierto, Anthony, ¿que haces aquí?

—Nada, solo pienso.

—¿En Theo?

—Así es. —Suspiro.

—Lo lamento.

—Descuida. El dolor ya es soportable. —Hago una pausa—. Entonces, ¿vives en una casa rodante?

—Sí —confirma Asher—. Mi padre aún no tiene suficiente dinero para construir una casa.

—Lo siento mucho.

Volverá la primaveraWhere stories live. Discover now