Capítulo 11

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Lavelcville continúa de fiesta por la primavera. Hoy por la noche habrá una gran parrillada, en el campo Carmick.

Muchas personas compartirán ahí con su familia y amigos. Todos comerán hasta saciarse, mientras ven los fuegos artificiales.

Hoy también es cumpleaños de Marisa. Ella ha llegado a sus diecisiete años. Yo aprovecharé la ocasión para felicitarla y obsequiarle algo.

—¿Qué hacemos en este lugar? —pregunta Theo.

—Esto es una tienda de artículos misteriosos —explico—. Le compraré una nueva baraja de cartas a Marisa. ¿Crees que le guste una de color azul con estrellas doradas?

—Sí —responde un sonriente Theo—. Estoy seguro de que le gustará.

Un rato más tarde...

Ambos fuimos caminando hacia el campo Carmick, pues no estaba tan lejos. Por otro lado, Papá y la abuela se habían adelantado para preparar la parrilla.

Al llegar, vimos a Marisa, quien llevaba un encantador vestido rojo, a la altura de la rodilla. Además, ella se había planchado el cabello, para luego colocar una diadema blanca.

—¡¿Cómo está la mejor amiga del mundo?! —vociferé, y quise abrazarla con cariño—. Espero que tengas un feliz cumpleaños.

—Anthony, me alegra que estés aquí —expresó—. Y lo mismo digo de ti, Theo.

—Feliz cumpleaños —añadió Theo, acompañado de una sonrisa.

—Gracias, amigo —le contestó Marisa—. Por cierto... ¿Trajiste tu caja de Blossom Sparks?

—No. —El chico de mis sueños frunció los labios—. Anthony ha dicho que comeré hasta reventar en este evento,  entonces no es necesario.

Tras sonreír para mis amigos, quise dar un vistazo a los árboles, todos adornados con lucecillas tan resplandecientes como alegría. Esa, sin duda, era la emoción presente en nosotros.

Mientras tanto, papá se encargaba de armar la parrilla, y la señora Barnes ponía mucho empeño en la decoración para el pastel de Marisa.

Al momento de colocar una sábana sobre el césped, notamos que muy cerca estaba la familia Woods. Tiffany, Asher, y sus padres, comían algunos snacks.

Asher nos miró. En su rostro había una amarga expresión de rencor. Yo decidí ignorarlo, pues no permitiría que me arruinase la noche.

Mientras esperábamos a que el asado  estuviese listo, pasó frente a nosotros la señorita Walker.

Su cabello largo y castaño permanecía bien peinado. Rowena llevaba una falda de color magenta, y una blusa blanca. Probablemente haciendo alusión a los colores en los árboles de cerezo. Ella también llevaba un cesto colgando de su mano.

—Hola, queridos estudiantes.

—Hola, señorita Walker —dijimos al unísono.

—¿Cómo se siente usted? —le pregunté.

—Me siento de maravilla, gracias Anthony.

En ese momento, surgió un silencio incómodo. Rowena miró a mi padre. Él con disimulo le devolvió tal mirada.

—¿Rowena Walker? —Papá parecía impresionado.

—¿Arthur Spring? —dijo ella, mostrándose igual.

—Sí, el mismo.

—Cielos, Arthur... ¡Cuánto tiempo sin verte! —le contestó, efusiva—. ¿Cómo has estado?

Volverá la primaveraWhere stories live. Discover now