Capítulo 7

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Despierto, y lo primero que veo es una caja de chocolates. Está vacía junto a la almohada de Theo. Él tiene la boca llena de chocolate, e incluso babea.

Theo duerme como un bebé, sobre el viejo colchón. Yo me alejo de la cama, y sin hacer ruido, camino sigilosamente hacia la puerta, para no despertarlo.

Mi intento se ve frustrado. Acabo tropezar con la caja de cereal que él ha dejado en el suelo.

—¿Anthony? ¿Qué haces?

—Buenos días, Theo —mascullo, pues me ha pillado.

—¿Sabes? —Me mira—. Soñé contigo. Estábamos en la pradera, comíamos Blossom Sparks y chocolates rellenos de mora... Por cierto, estaban deliciosos.

—Sí, eso es deliciosamente patético —le contesto malhumorado.

—¿Iremos hoy a la escuela?

—No, Theo, recuerda que hoy es sábado.

Mi móvil suena.

—Anthony, ¿qué haces?

—Marisa, buenos días —saludo—. Pues nada, solo escucho los disparates de Theo. ¿Por qué la pregunta?

—Bueno, me gustaría invitarlos a desayunar.

—¿Invitarlos? —repito lo dicho por Marisa, en un cuestionamiento.

—Sí. —Ella se echa a reír dulcemente al otro lado del teléfono—. El chico de tus sueños puede venir también.

—Um —balbuceo—. ¿Crees que sea prudente?

—Totalmente, amigo. Debemos conocerlo bien para saber qué busca.

—Tienes razón. Ok, Marisa, estaremos ahí en una hora —confirmo—. Gracias por la invitación.

—Nos vemos, Anthony.

—¿Quién era? —me pregunta Theo en cuanto acaba la llamada.

—Era Marisa. Nos ha invitado a desayunar.

—¿Crees que tenga Blossom Sparks?

—Ya basta con tu adicción a ese cereal —le reprocho—. Es irritante.

—Sólo preguntaba, no te enojes —pide—. Es que ya se terminó la caja que me diste, y tengo mucha hambre.

—Veré qué puedo hacer —le digo—. Por ahora iré a ducharme. Espérame aquí, y no hagas ni toques nada. ¿De acuerdo?

—Entendido. Anthony tercero, honorable rey de Lavelcville —bromea, desafiándome.

—Cállate, o no habrá cereal para ti. —Lo amenazo.

Cuando salí de la ducha, observé a Theo sentado sobre mi cama. Él, no decía una sola palabra.

—Oye, ¿por qué tan callado? —quise preguntar.

—Quiero cereal... y por favor no me hagas hablar.

—Ay, Theo. —Solté un resoplido—. Solo lo decía en sentido figurado. Sí puedes hablar —aclaré muy sonriente.

—Mírate Anthony, estás sonriendo, y de manera real.

—Supongo que tropezarme con una caja de cereal me ha puesto de buen humor —repliqué, sarcásticamente—. No sé, solo digo.

—Me encanta. —Theo parecía seguirme la corriente—. Continúa sonriendo, Anthony Spring.

—Ok ok —farfullé—. Es tu turno de ir a la ducha.

Volverá la primaveraWhere stories live. Discover now