Capítulo 30: En cada vida.

1K 114 19
                                    

Sollozos.

Alguien estaba llorando.

La noche había caído desde hace horas y nuevamente me encontraba despierta. Ya no eran problemas de insomnio como al principio, ni lo ajetreados que estaban mis sentimientos últimamente; ahora que ya lo tenía todo claro no había razón para quedarme despierta e ir a una de las habitaciones en la planta baja.

Toqué tres veces antes de entrar.

- ¿Puedo pasar?- pregunté asomando la cabeza. La figura sentada en el suelo junto a la cama se levantó al instante y se sorbió la nariz antes de abrir por completo.

- (TN), hola. ¿Qué haces aquí?, ¿no puedes dormir?, ¿quieres que te prepare algo?- se apresuró a preguntar.

- No, gracias. Estoy bien.- dije alzando un poco las manos.- Estoy aquí por ti.

- ¿Qué-Qué pasa?- su voz nerviosa me indicó que ya sabía a lo que venía.

- Bueno, yo... Yo, eh...- respiré. ¿Cómo empezar?, ¿cómo decirlo de una manera que no salga lastimada? De la desesperación me pasé una mano por el pelo y apreté mi cabeza.

- Lo amas, ¿cierto?- me preguntó. Por su tono de voz supuse que estaba sonriendo.

- Sí...- susurré.

- Y siempre lo harás. ¿No es esa su promesa?- asentí.- Sé que él siente lo mismo por ti así que no tienes que preocuparte por que yo sea un obstáculo. Para él sólo soy como una hermana...

- Debe ser duro para ti...- susurré sin pensar. Idiota.

- ¿El qué?

- El estar enamorada de alguien que le pertenece a otra persona.- hizo una mueca.- Perdón, no quería decirlo de esa manera...

- No te preocupes, ya estoy acostumbrada.- rió.

- Lo siento...- susurré de nuevo.

- (TN), basta. No puedes disculparte por algo que estaba destinado a pasar.

- Es que yo no quiero que pase.- sollocé.- No quiero lastimar a una amiga tan importante para mí cono tú.

- Tú no me lastimas...- susurró.- Nadie elige de quién se enamora. Si él te quiere a ti, ve y aprovecha esa oportunidad de ser feliz . Hazlo por mí.

Había ido a esa habitación en específico para disculparme y apoyarla en todo momento mientras lloraba en mi hombro por algo tan impredecible como el amor, pero terminé siendo yo la que llorara en su hombro mientras ella acariciaba mi cabeza y daba suaves palmadas en mi espalda de vez en cuando. Era una pésima amiga.

Desperté.

Me dolía todo. Moverme, respirar, vivir. Mi cabeza daba vueltas así que apreté los ojos y traté de alcanzarla con una mano pero no podía moverla. Estaba atada. Ambas.

- ¿Qué rayos-?

- Ha despertado la princesa durmiente, jajaja.- escuché a alguien reír a mis espaldas. La figura femenina se acercaba haciendo sonar sus tacones por todo el lugar. Se detuvo junto a mí y sin previo aviso encendió una pequeña luz que alumbró sólo el pequeño espacio donde me encontraba sentada y me dejó ciega unos segundos. Una vez mi vista se adaptó pude verla con claridad: tenía unos tacones negros de altura considerable y un vestido negro corto con una delicada capa del mismo color que crecía desde su cintura y se alargaba hasta sus tobillos. Pero lo que más llamó mi atención no fueron los ojos rojos que en otra época me habrían asustado, si no el cabello color miel y esa voz aguda que conocía desde hace varias vidas atrás.- Hola, (TN).

- Petra...

Después de tus Alas: Mi Hilo Rojo (Levi y Tú)Where stories live. Discover now