Una enfermera de ojos celestes llamada Ema tenía en sus manos la sangre de Zack. La iba a llevar para que la examinaran, ya que Thalia estaba ocupada. En eso se acercó una colega, una joven de mirada agotada que parecía realmente cansada.

Ema Blanco se apiadó de la mujer. Ya tenía experiencia con las largas horas de guardia.

—¿Qué tienes?

—Nada —dijo Clarisa muy desanimada. Hizo una mueca y pareció pensar en un favor— ¿puedes llevarle esto a la jefa de área? —le entregó una bolsa de sangre—ya no doy más, no he dormido en una semana. Hay una mujer que perdió mucha sangre, solo habían tres disponibles en el quirófano, así que tuve que ir por otra.

—Claro —Ema tomó la bolsa con la mano izquierda, asegurándose de diferenciar ambas bolsas de sangre: la que llevaba para ser examinada y la que debía llevar al quirófano.

Caminó tranquilamente hasta recordar el alboroto por la chica ingresada. Empezó a correr por el pasillo. La situación era de vida o muerte. Después llevaría la bolsa que le había dado Thalia a que la analizaran.

Un chico rubio apareció de repente, chocaron y los dos cayeron al piso. La bolsa de sangre del inmortal voló por los aires. Ema ya se preparaba para escuchar el sonido del líquido contra el piso, pero éste nunca llegó. Abrió los ojos y vio que el mismo chico con el que había chocado, sujetó la bolsa a centímetros del piso.

Los dos se pusieron de pie de inmediato. No había tiempo que perder.

—Gracias por salvar la bolsa y de paso mi trabajo —utilizó un hilo de voz.

—De nada, yo ocasioné el percance —esbozó la sonrisa que lo caracterizaba.

Andrew había seguido atentamente a la enfermera para cambiar la bolsa sin que ésta se diera cuenta. Se distrajo por un momento en esos hermosos ojos celestes que deslumbrarían a cualquier hombre. Después recordó lo que tenía que hacer.

—Lo lamento mucho —dijo con su mano libre en la nuca.

—No te preocupes —Ema se ruborizó.

—¿Sabes dónde está la bolsa de sangre de Zack Bale? Es que quiero fotografiarla para un diario —inventó, sacando una cámara digital del bolsillo de su saco.

—Sí —le respondió, pensó un momento, se había confundido de bolsa— eh... es la que tengo aquí—le entregó la que le había quedado en la mano y recibió la que atajó el hombre—hazlo rápido... eso no está permitido.

—Dale... —exclamó poniendo la bolsa encima de la superficie del recibidor.

Para su suerte, la enfermera se volteó un momento. Esto fue aprovechado por el rubio para cambiar la bolsa por la otra que estaba escondida en el bolsillo de su saco.

Ema estaba pensando si se había equivocado de bolsa o no. Se tranquilizó al recordar que la que era para la chica en mal estado debió estar congelada antes. Así que le dio la bolsa que a su tacto era más cálida. Dejando en sus manos, sin darse cuenta, la bolsa de la donación.

—¿Dónde está la sangre? —escuchó que gritaba la jefa de área.

—Tengo que irme —el chico le devolvió lo que fotografió.

—Gracias —Andrew le regaló otra sonrisa.

Ema fue corriendo en dirección al quirófano, a metros de su posición actual. Encontró allí a Thalia y otros dos doctores. Ellos intentaban mantener viva a la chica.

—Aquí está —dijo pasándole la bolsa de sangre equivocada.

Conectaron la bolsa a la intravenosa; esperando que la mujer no la rechazara.

𝐂𝐚𝐬𝐭𝐚𝐧̃𝐨 𝔸𝕫𝕒𝕓𝕒𝕔𝕙𝕖 ©Where stories live. Discover now