Pacto.

1.7K 207 3
                                    

Capítulo 22

Pacto

Era algo mágico estar en sus brazos, el contacto con la piel canela le hacía sentir que ardía por dentro; se aferró más a su torso refugiándose en su cuerpo; en verdad no quería que volviera a dejarlo. Le abrumaba el sólo pensar que podrían volver a separarse, y también el hecho de haber descubierto que a él, a Cristian, podría perdonarle prácticamente todo.

¿Cómo era posible que en tan poco tiempo se hubiera hecho dependiente de un humano? No lo sabía y no le importaba saberlo, simplemente quería disfrutarlo, cosa que no duró mucho ya que alguien llamó a la puerta.

De mala gana y haciendo un enorme esfuerzo, se separó un poco y habló; —¿sí?

—Tenemos más visitas— anunció André sin abrir, —Ximena y Rafael están aquí.

—¿Mi hermano?— musitó extrañado Cristian.

—Será mejor que nos acompañen, estaremos en el salón principal— y luego se escucharon los pasos de André al marcharse.

El menor hizo una mueca, tenía un mal presentimiento; por medio de Rafael y Ximena ya sabía un poco de los Krell. ¿Pero cómo tomaría Cristian el hecho de que Abel no era humano? El sólo imaginarse su rechazo nuevamente lo hizo estremecer; y el alto lo notó.

—Ey— susurró Cristian a su lado, —¿qué sucede?— arqueó las cejas preocupado; no olvidó el hecho de que, cuando llegó a la mansión Yang, André había dicho que tuvo fiebre; —¿estás bien?

Dejó escapar un casi inaudible "sí" de sus labios, pero eso no convenció a Cristian quien tomó su rostro con ambas manos para obligarlo a verlo a los ojos.

—Quédate a descansar; yo iré a ver porqué mi hermano está aquí.

—No; yo también iré— sonrió tímidamente, ante ello recibió un beso suave y otro abrazo.

**

Rafael se encontraba sentado en una de las antiguas sillas de piel del gran salón; estaba siendo examinado por tres de los Yang: André, Claudia y Samuel.

—Calma chicos— exclamó Ximena, —es inofensivo.

—¿Cómo estás tan segura?— indagó Claudia sin quitar su mirada del chico.

—Él junto con su hermano fueron traídos a este lugar porque estaban escapando de una peligrosa guerra.

—¿Cómo sabemos que no es un truco para apoderarse del reino mortal?— dijo Samuel.

—¿Pero qué diablos dices?— Ximena estaba perdiendo la paciencia; —les puedo asegurar no son peligrosos.

—Bien, entonces ¿para qué lo has traído aquí?— André se cruzó de brazos.

—Para que estuvieran enterados de su existencia; él ya sabe quiénes son los guardianes del velo.

—Eso fue porque de seguro tú se lo dijiste— Claudia volvió a hablar.

—¡Que no, con un demonio! Él se dio cuenta de la presencia de Abel.

—¿Así que por eso tu hermano se acercó a Abel?— volvió a intervenir André ahora dirigiéndose al que consideraba intruso y captando la atención de Samuel.

—No; Cristian no sabe nada— suspiró Rafael, —nuestra naturaleza le fue revelada apenas hace unas horas. Lo que siente por Abel es muy diferente, no tiene que ver con cruzar o no los portales.

El cerrojo de la puerta se escuchó y segundos después Abel y Cristian entraron a la sala.

Rafael se puso de pie, entonces el menor de todos notó algo extraño así que tomó a Cristian por la muñeca y sin pensarlo tiró de él para colocarlo detrás; —¿qué sucede aquí?—, su mirada pasó por los rostros de sus primos, de su hermano mayor, por el de Ximena, el de Rafael y luego regresó al de Samuel temiendo que el objetivo de la reunión fuera borrarle la memoria a los Krell.

Medianoche. (GDV 01)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora