Amor no correspondido.

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Capítulo 9

Amor no correspondido

—Yo sólo vine a decirte que Cristian es alguien especial, ten cuidado. No te estoy pidiendo que te alejes de él o que no seas su amigo; solamente no quiero que salga lastimado. ¿De acuerdo?

Había ido hasta las áreas verdes del campus y, como siempre, un árbol fue su refugio, allí se trepó y contempló el atardecer mientras recordaba su encuentro con Rafael.

—¿Crees que no lo he notado? Tú también lo observas, y ya sea por casualidad o no, ustedes dos últimamente andan muy juntos.

—No es como si yo lo planeara.

—Yo no dije eso, solamente quiero que sepas que Cristian es alguien especial y al igual que tú es diferente, muy diferente; así que por favor, cuida de él.

Algunas cosas en específico llamaron su atención, "¿Crees que no lo he notado? Tú también lo observas"; ¿Qué habrá querido decir con "tú también"?

¿"Al igual que tú"?¿"Diferente"? ¿Qué era todo eso?

Tras meditarlo llegó a la única conclusión viable: el mayor de los Krell en verdad era un hermano sobreprotector y loco, además debía admitir que su reputación no ayudaba mucho, era de esperarse algo como esto.

Suspiró un poco más aliviado, él haría lo mismo, si Ricardo fuera más cercano a Jaime, el pelirrojo no dudaría en dejarle las cosas claras al mortal, sin mencionar por supuesto las que involucraran los secretos de la familia.

—Ya sabía que te encontraría en este lugar— miró hacia abajo y allí estaba Cristian.

En seguida hizo un gesto de molestia y preguntó, —¿Y para qué me buscabas?

El moreno sonrió y luego comenzó a subir al árbol hasta llegar junto a él, se sentó y lo encaró.

—Vine a disculparme, Rafael a veces dice cosas sin pensar; no quiso ofenderte, sólo que...

—Dije que estaba bien— lo interrumpió, —sé lo que se dice de mí, comprendo su actitud— miró al horizonte.

—Pero no debería ser así— dijo apresuradamente.

Abel soltó una risita burlona, —¿y cómo debería ser?— cuestionó sin voltear al verlo.

—Pues... si todos vieran lo que yo veo en ti, las cosas serían diferentes—, con eso atrajo la atención y la mirada del pelirrojo.

Tragó saliva antes de dejar escapar la interrogante —¿qué es lo que ves en mí?

—Veo a un ser maravilloso y bondadoso, que le gusta convivir con los niños, que es respetuoso con los mayores y que es muy comprometido cuando de trabajos escolares se trata.

—Eso podría serlo cualquiera— el menor regresó su mirada al frente y abrazó sus piernas.

—Sí, lo sé, pero por alguna extraña razón contigo es diferente— guardaron silencio por unos instantes y luego el futbolista continuó, —desde que llegué a este lugar tú has sido la persona con la que más e interactuado; a pesar de lo que todos dicen, estando contigo me siento a gusto, es algo que simplemente no puedo explicar

—¿Así que esa es la razón?— dijo Abel.

—¿Eh?

—La razón por la cual quieres ser mi amigo— citó una de sus primeras charlas, —me cuestionaste sobre si creía en la existencia de personas con buenas intenciones, dijiste que no tener amigos ha de ser horrible. Entonces, ¿por eso quieres ser mi amigo? ¿Para no estar sólo? ¿O porque soy con quien has interactuado más y te sientes a gusto?

Medianoche. (GDV 01)Where stories live. Discover now