Desconfianza.

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Capítulo 7

Desconfianza

La lluvia ya había cesado y Abel bajó de su auto, esquivó algunos charcos y abrió de par en par la puerta principal.

—¡Samuel!— exclamó, se dirigió de inmediato a la gran escalera y se detuvo al pie, —¡hermano!— volvió a llamar.

—¿Qué sucede?— André apareció a sus espaldas.

—Es Ricardo— respondió preocupado, y eso bastó para que su primo comprendiera. El mayor salió y se encontró con la gran camioneta negra de la cual bajaba Uriel.

En segundos, Claudia también hizo acto de presencia; —con cuidado— dijo mientras sostenía el cuerpo ahora inerte de Ricardo.

—Uriel— Samuel, con el cabello que parecía desarreglado y un par de piercings que adornaban sus orejas, llegó a la escena y lo llamó, este se acercó a él dejando que los otros tres se hicieran cargo.

—Gracias— dijo.

—No tienes que agradecer— levantó los hombros despreocupadamente, —para eso somos familia, ¿no?

El mayor sonrió, —aún así, gracias; no tenías por qué hacerlo.

Uriel ahogó una risita nerviosa, —tampoco te acostumbres, ¿eh? Ahora que Ariel regrese todo volverá a la normalidad.

—Espero que no— Samuel lo miró fijamente, no le agradaba la idea de que Abel, su hermano pequeño, tuviera dificultades en las que curiosamente la mayoría de las veces Ariel estaba involucrada.

—No habrá de qué preocuparse— el de cabello bicolor trató de apaciguar el ambiente, —estoy seguro de ello— afirmó.

**

—Parece que no fue algo grave— exclamó André después de tocar la frente de Ricardo, quien ya se encontraba recostado en su cama mientras Abel se encargaba de arroparlo; —sólo necesita descansar.

—Todo depende de él; debe tratar de controlarse— intervino Claudia, —ha de ser duro ir contra tus propios instintos—; Abel le echó una mirada de molestia.

—¿Qué?— Claudia se hizo la ofendida, —para algunos esta es una etapa muy difícil de sobrellevar; tanto que... bueno, tal vez tú mismo lo experimentes cuando...

Samuel apareció en el umbral de la puerta y se aclaró la garganta impidiendo que su prima continuara, luego pidió, —Abel, ¿podrías dejarnos a solas con Ricardo?

—Pero... — refutó el menor.

—Te prometo que después podrás quedarte toda la noche a hacerle compañía si así lo deseas.

El pelirrojo miró a su hermano y frunció el ceño, luego observó a André y por último a Claudia, ninguno de los tres se inmutó ante su gesto, ¿acaso ocultaban algo?

Abel suspiró, —está bien— se dirigió a la salida y cerró la puerta justo tras él.

—No pensé que recayera tan pronto— dijo André un par de minutos después de que Abel abandonó el recinto; —no puedo decir si es normal o no, supongo que en cada uno esto es diferente.

—Al menos sigue siendo Ricardo— Claudia exhaló y cruzó los brazos sobre su pecho; —odiaría tener que volver a enfrentarme a Owen.

Samuel se sentó en la cama, observaba a Ricardo, su respiración era calmada, parecía dormir tranquilo; nada comparado con Owen: su otro yo salvaje.

Medianoche. (GDV 01)Where stories live. Discover now