42 ~ "¿Esta muerto?"

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Narra Tiffany.

–Muchas gracias, señor –le dije al taxista, antes de bajarme del automóvil. Me había dejado frente a mi vieja casa.

Había tenido una guardia bastante movida, ya que la directora del hospital me asigno en la sala de urgencias. Por lo tanto estaba física y mentalmente agotada. Solo quería llegar a mi casa y dormir hasta el día siguiente. Aunque también moría de hambre.

Abrí la puerta de la casa y me adentre en silencio. No me sorprendió encontrar la casa algo sucia y desordenada, ya que mi madre era así. Sin embargo, si me molesto bastante encontrar la cocina hecha un asco, llena de platos y ollas sucias. Era como si un batallón de personas hubieran comido aquí, la noche anterior.

Solté un sonoro bufido, ante lo irritada que me encontraba. Mi mama seguramente ha de estar en su aburrido trabajo, así que no me quedaba de otra: me tocaba limpiar este cuchitril. Pero antes, tenía que cambiarme de ropa.

Introduje la pequeña llave en la cerradura de mi puerta, antes de entrar a mí recamara. Me gustaba cerrar la puerta de mi habitación con llave, por seguridad. Cuando mi mama salía con Thomas, se me "perdía" el dinero que ahorraba. No solo eso, sino también prendas que me regalaba Harry, entre otras cosas.

Yo sabía muy bien que era ese drogadicto el que me robaba, pero nunca comente nada por dos razones. La primera: mi madre no me hubiera creído si le digo que su marido me robaba. Segundo: Si le contaba a Harry, este seguramente le hubiera sacado los dientes a Thomas. Y conociendo al peligroso de Thomas, no se hubiera quedado con el golpe. Este, hubiera buscado la manera de desquitarse con Harry, lo cual me pone los pelos de punta de solo pensarlo.

Ese hombre de verdad es desagradable.

Me cambie el uniforme del hospital, me vestí con un short corto y una camisa de tirantes, así estaría cómoda mientras limpiaba. Tome la cesta de la ropa sucia que tenía en mi baño, para meterla en la lavadora y salí de mi habitación.

Me dirigí hasta la habitación de mi mama, para sacar su cesta de ropa sucia y también meterla en la lavadora, pero su puerta estaba cerrada con seguro. Eso sí que era extraño.

Luego de separar la ropa blanca, la de color y los jeans, metí el primer lote de ropa en la lavadora. Tome la escoba y comencé a barrer la casa. Menos mal no era muy grande. Consistía en una sala-comedor, una cocina pequeña, y en el segundo piso solo habían dos habitaciones: la de mi madre y la mía.

Recogí la basura, limpie las mesas, aspire la única alfombra que hay en la sala, y cuando vi que la sala estaba limpia, me dirigí a la cocina.

Me dolía la cabeza, mientras fregaba los platos y utensilios. Necesitaba descansar, pero sentía que debía continuar con el aseo. No puedo creer como mi mama sea tan dejada y sucia. Yo nunca podría vivir entre el desorden, la mugre y el polvo.

Introducía los platos limpios dentro de la alacena, cuando escuche un rosco carraspeo detrás de mí.

–Hola, bonita –dijeron.

No, no puede ser.

Cada parte de mi cuerpo se tenso cuando al girar, me encontré a Thomas con el cabello negro revuelto, usando simplemente pantaloncillos, ya que llevaba el torso descubierto y un cigarrillo en la mano... ¿dije cigarrillo?, eso parecía ser...

– ¿Qué? –el bufo. – ¿Nunca viste un porro? –la sonrisa que soltó después, me puso los pelos de punta. Su sonrisa amarillenta me da tanto asco, que me provoca arcadas.

Esta drogado. Sus ojos rojos y dilatados, lo demuestra. Pero, ¿qué hace este hombre aquí?, ¿mi mama regreso con el después de lo que le hizo?, ¿cómo es posible que se quiera tan poco? Dios mío, protégeme de este hombre, por favor.

Good For You | EN EDICIÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora