Un reencuentro inesperado.
Un viejo amor volviendo a renacer.
Una pasión desmedida, que no parecía importarle el correr de las horas.
Heridas abiertas que beso tras beso, comenzaron a cerrarse.
Lo que empezó como clandestino, termino convirtiéndose...
–Espere aquí un momento, iré por mi equipaje –le dije al taxista, abriendo la puerta del auto.
–No se preocupe, señorita–contesto el hombre, girándose para verme.
Moví ligeramente mi cabeza, asintiendo, y salí del interior del taxi, el cual estaba estacionado en el frente de mi casa.
Frente la entrada, contemple la preciosa vista por última vez, dejando que la imagen de aquella inmensa casa, de altas paredes blancas y techo con tejas rojas, despertara centenares de emociones en un segundo.
El jardín con masetas, arbustos y rosas blancas, coloco una sonrisa en mis labios, al recordar aquellos días en que ayudaba a Sony en el cuidado de sus plantas. Momento que, a partir de hoy solo serán eso, recuerdos.
Con millones de lágrimas contenidas, abrí la pequeña reja forjada en hierro y camine hacia la puerta de la casa numero 23. Subí cada escalón de la entrada con las manos apretadas en puños, con el corazón arrugado en su cavidad, no quería llorar, no quería detenerme y pensar más sobre el tema, lo mejor era irme. Aquí, en Londres, comenzaba a sentirme como un estorbo, el cual no ha dejado de causar problemas desde que llegue...
No he dejado de pensar en mi madre desde que decidí comprar un boleto a última hora. Sony sufrirá tras mi partida, ella nunca me perdonara por esto, pero ahora no se trata sobre lo que ella desee, sino sobre lo que yo creo conveniente para mí.
Quiero irme a mi departamento, en Nueva York, del que nunca debí salir.
Una vez en el interior de la casa, subí las escaleras corriendo, sin hacerle caso a los llamados de mi madre, la cual quizás estaba tomando café en el sillón de la sala. La verdad es que no gire a verla, eso me lastimaría, solo subí en dirección a mi habitación sin mirar atrás.
–¡Alexa, por favor! –escucho que grito otra vez desde la parte baja de la casa, pero no respondí.
Abrí la puerta de mi habitación, entre y la cerré de un portazo, colocándole el seguro para que mama no entre. Fui hasta mi armario y saque el bolso y la maleta que anteriormente había preparado antes de salir a casa de Niall. Deje el bolso sobre la cama y fui hasta la mesa de noche para coger mi pasaporte e introducirlo dentro de mi bolso.
Solo me faltaba algo más...
Fui hasta la mesa del computador, en busca de papel y lápiz, necesitaba escribir dos notas.
La primera, era para mi hermano.
La segunda, era para Harry Styles.
Con este último, jamás pude comunicarme. Así que, cuando se entere de mi partida, será otro con el corazón roto, pero espero que me entienda y que, a través de estas duras y dolidas letras, me entienda y me perdone.
Quizás, aun no es nuestro momento.
Termine ambos escritos, sin poder evitar mojar algunas partes de las hojas a causa de las lágrimas. En ella me despedía y explicaba la razón por la cual me marchaba. Las coloque en dos sobres distintos e identifique cada uno de ellos.
En eso momento, tocaron a la puerta.
–Alex, ¿estás bien? –pregunto mama detrás de la puerta, intento abrirla varias veces, pero no pudo porque yo le había pasado el seguro.
–Sí, sí, estoy bien –conteste rápidamente, mientras colgaba el bolso sobre mis hombros e introducía las cartas en mis bolsillos.
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