Capítulo XVI

319 20 1
                                    

— Supongo que sabes que esto es una locura — grito al perseguir a Isabelle por la gruta tempestuosa, ella entró instintivamente a la cueva que Alzira señaló antes de desaparecer, la rabia con la que Isabelle dijo el nombre de Andrew, destilaba ven...

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

— Supongo que sabes que esto es una locura — grito al perseguir a Isabelle por la gruta tempestuosa, ella entró instintivamente a la cueva que Alzira señaló antes de desaparecer, la rabia con la que Isabelle dijo el nombre de Andrew, destilaba veneno puro en cada fonema.

— Lo sé, pero es lo menos que podemos hacer — responde y continua su avance hacia el fondo de la cueva, la cual parece ser interminable.

Unos metros atrás distinguí el brillo inconfundible de la Amrita profana fluyendo libremente por las paredes, ocupando sus grietas y perdiéndose en la oscuridad, es casi un hecho que estamos dentro de una de las cloacas de la estación sur, lo cual tiene sentido ya que Alzira fue la encargada de dirigir a Andrew y Al hacia el centro en pos de salvar a Leonor. El plan constituía una gran oportunidad de no ser porque Andrew alertó a los demonios, quienes estuvieron listos esperando nuestra llegada. No me parece muy difícil de creer, desde que lo conocí tenía un aire estropeado, como la comida rancia del comedor. Su constante acoso a Al, sus amplios conocimientos en la cultura demoníaca y angelical, no podría ser propia de un Íon común y corriente.

— Espera — murmuro tras la sombra de Isabelle, que cada vez aumenta más la velocidad de su paso —, no conseguiremos nada si vamos hacia allá.

Pero ella no escucha, está cegada por la imagen de Andrew y su sed de venganza en contra de él, más allá de toda la injusticia y sufrimiento que provocase con su traición, ante los ojos de ella, él es el único culpable de frustrar su última oportunidad de escape, sin Leonor y la señal que querían elevar, a Isabelle pronto se le acabaría el tiempo entre los puros, y para cuando los arcángeles se dispongan a visitarnos, la rechazarán si darle la oportunidad. Dentro de mí siento emerger una enorme ira, sin embargo, no pienso que sea conveniente ni oportuno ir directo a la boca del lobo, no quedan muchas opciones, pero tampoco podemos encaminarnos hacia la desgracia solo así como así.

Adelante Isabelle gruñe fúrica hacia algún sitio del que no logro ver nada y se abalanza hacia la oscuridad perdiéndose en las tinieblas. Grito su nombre varias veces pero en respuesta solo consigo un par de gruñidos más y el silencio. Me aventuro hacia delante sin alcanzar a distinguir mucho, Isabelle no aparece ni tampoco algún rastro que me lleve hacia ella.

— Isabelle — grito de nuevo, olvidando por completo la posibilidad de estar revelando mi posición a algún demonio, y dejándome llevar por la desesperación.

Al adentrarme varios metros más en la penumbra vislumbro un par de bultos revolcándose por el suelo, un brillo peculiar sale de uno de ellos, por lo que reconozco a Isabelle enseguida. Corro hacia ella para ayudarla, pero está lejos de necesitarme, tiene al demonio del cuello contra el ángulo afilado de una roca, el demonio gime y gruñe extrañamente sin oponer resistencia, empiezo a preguntarme si es la fuerza de Isabelle que lo tiene sosegado cuando veo las enormes cadenas que surcan sus muñecas.

— ¿Seirim? — pregunto al reconocer al ente como el pequeño demonio carcelero al que Amón humillaba. La última vez que lo vi, había traicionado a sus superiores y acudido a reforzar nuestras filas en la guerra. No me extraño de no reconocerlo a la primera ya que sus alas delicadas han desaparecido de su espalda dejando grandes cicatrices que supuran icor.

Inferno: RadianceWhere stories live. Discover now