Capítulo XV

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Hace varios años, nuestros verdugos tomaron una costumbre peculiar y atroz, nos obligaban a castigarnos entre nosotros, a tomar la carne de nuestro prójimo una y otra y otra vez

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Hace varios años, nuestros verdugos tomaron una costumbre peculiar y atroz, nos obligaban a castigarnos entre nosotros, a tomar la carne de nuestro prójimo una y otra y otra vez. En mis manos estuvieron varios hombres y mujeres sollozantes y suplicantes por misericordia. Uno de ellos era Garell y ahora lo recuerdo. Me miró con sus ojos tristes y sumisos, él pensaba que no lo hacía por voluntad propia, él como yo y todos los demás condenados teníamos muy en claro quién era el enemigo contra quien debemos pelear.

— ¿Philip? — Isabelle sacude mi hombro con insistencia, pero no puedo ver nada más que el gran lago negro bajo mis pies secándose rápidamente hasta volverse polvo y perderse en el suelo.

Me levanto sin decir una palabra apretando mi guja con violencia en la palma de mi mano. Isabelle chilla cuando ve la sangre correr por mis brazos.

— ¿Qué sucede Phil? — grita y me arrebata el arma — ¿Qué tratas de hacer?

— Garell — consigo decir acallando los gritos en mi cabeza, obligando a mis ojos a no derramar más lágrimas.

—Quieres decir que... — ella mira la sombra ahora apenas distinguible de mi amigo en el suelo, su mirada cae al igual que la mía, en sus ojos surgen varias lágrimas brillantes que se elevan por el aire, como el rocío de la madrugada, como una promesa de alguien muy herido.

Me asomo por un risco para ver de nuevo la pelea, los demonios poco a poco han tomado la delantera, varios condenados han sido capturados y son encadenados contra las paredes para ser devueltos al ciclo de sufrimiento, los guerreros de Viena, sin su mando, son diezmados fácilmente y vueltos despojos en un abrir y cerrar de ojos. Es posible, con tantos demonios aquí afuera, que Holms y Dalissia hayan cumplido su misión, y en este momento tengan a Leonor en sus manos de camino a la guarida.

— Phil, lo siento mucho, Garell también era mi amigo...

—No, no lo sientas — contesto con la voz quebrada, desecho por el dolor — Mira, ¿Acaso no lo ves? Garell era bueno, es verdad no lo niego, pero yo lo conocí aquí dentro, después de muerto, después de quien sabe cuántas atrocidades en su vida pasada.

— El pasado no es nada... — responde ella con la voz baja.

—Claro que sí, lo es todo, el tiempo es juez y verdugo si lo usas solo para causar desconsuelo. No porque no recuerde quiere decir que nunca pasó. Hace quien sabe cuánto tiempo, me gané a pulso mi puesto en este lugar, no sé lo que hice, no sé a cuantas personas herí, pero lo hice, y estoy casi seguro que lo disfrute en su momento, yo no soy como tu Isabelle, ni siquiera como Andrew, con todo y su mal carácter, ustedes fueron robados, no pertenecen a este lugar como yo lo hago.

Atraigo a Isabelle hacia mí para que mire a través de lo que veo.

— ¿Ves lo que pasa ahí abajo? — pregunto y extiendo mi mano señalando cada punto de la batalla — ¿Sabes lo que yo veo? Un montón de hipócritas y soñadores desesperados por una absolución que no merecemos. El enemigo no son los demonios, somos nosotros mismos. Somos exactamente como ellos pero con menos poder y una máscara escueta de humanidad.

Inferno: RadianceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora