Capítulo VIII

372 36 8
                                    

Casi no puedo dormir después de la visita de Al, Krain está de acuerdo con que algo extraño debe estar sucediendo, algo grande, de no ser así, nunca se hubiera aventurado a bajar el acantilado

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Casi no puedo dormir después de la visita de Al, Krain está de acuerdo con que algo extraño debe estar sucediendo, algo grande, de no ser así, nunca se hubiera aventurado a bajar el acantilado.

—Acaso pensó que podríamos ir a verlo— resoplo mientras me coloco en mi esquina acostumbrada, retirando los cuerpos que se apelotonaron ahí.

—Pues yo si quiero saber de qué se trata— responde Krain a mi lado, sus ojos cerrándose por el cansancio.

—No creo que valga la pena, si nos ven nos meterán una estaca por donde no nos da el sol, o el fuego, o como sea.

Siento que el día se aproxima, el golpeteo de los demonios por encima de nosotros los delata.

—¿Pero acaso ya no han hecho eso antes? De hecho lo han hecho muchas veces, que perdemos con intentar, otro día igual de horrible como el otro.

—Tienes algún tipo de fetiche masoquista querido amigo, pero no yo, prefiero conservar un poco de dignidad, al menos por un día.

—Igual van a golpearnos como todos los días, gritaremos, lloraremos, nos acurrucaremos juntos como una pareja de novios, no me tomes a mal, pero necesito un cambio en este sistema de vida o terminare enamorado de ti perdidamente.

Considero las palabras de Krain, tiene razón con respecto a este círculo vicioso de sufrimiento y desesperación, no puedo negarlo, pero creo que cualquiera estaría de acuerdo conmigo al tratar de tener un poco de paz por un día o por lo menos no ganarse otro castigo más. Soy curioso claro está y quiero saber lo que Al tiene para decirnos, pero de cualquier forma no tengo la menor idea de cómo escaparnos sin que nos vean.

—Bien— concluyó—. Tienes razón en ciertas partes, pero ¿cómo nos vamos?, nos van a ver, no llegaremos ni a medio metro sin que nos alcancen.

—Déjamelo a mí, amor mío, ya inventaré algo.

Dentro del calor de un antro, donde la piel se pega a las paredes, siento el aire pesado, asfixiante. Me revuelco hacia todos lados, tratando de alejarme, pero estoy encerrado en medio de una cárcel que me cocina a fuego lento, poco a poco.

Una vez salimos de la celda, uno junto a otro como de costumbre, nos llevaron directo hacia la tortura de bronce, un montón de animales metálicos, dispuestos en fila sobre una hoguera enorme que calienta su interior. Cocinándonos vivos, arrancándonos pedazos de piel entera y desfigurándonos hasta lo que debería ser la muerte. Obviamente está nunca llega y puedo ver como mis huesos empiezan a quedar expuestos, como lagunas de marfil en medio de un bosque negro.

Comienzo a gritar desesperadamente, siento caer lágrimas de mis ojos que se evaporan en el acto, afuera oigo los gritos de quienes sufren y las risas de quienes nos castigan. El mundo se torna de color negro, pierdo la razón por unos minutos y el ardor de mi cuerpo vuelve a levantarme. Entro en shock, cierro mis parpados salvajemente esperando que mis ojos no exploten o se derritan como paso hace mucho tiempo.

Inferno: RadianceWhere stories live. Discover now