Lo que bien había comenzado, de pronto dio un vuelco y comenzó a surgir la verdadera naturaleza de esa relación. El matrimonio del año, frente a todos, comenzó a ser una miserable vida de puertas para adentro.
Emma no paraba de salir a fiestas, llegando casi siempre a la mañana siguiente, y Dante ya ni siquiera esperaba a beber cuando sus colegas le invitaban, ahora lo hacía solo, porque sí, porque era mejor que estar esperando a esa fría mujer. No era la chica agradable y linda que parecía meses atrás.
¿Qué fue lo que pasó? ¿Acaso el matrimonio les había afectado?
Dante no entendía, y tampoco quiso darle muchas vueltas al asunto, sumiéndose en la bebida y el trabajo ya ni siquiera le importaba. Aunque había algo, estaba casado, y su esposa ni un beso le concedía, no iba a serle infiel, ella se enteraría y sería un motivo más, una razón para que los problemas aumentaran, aunque la frialdad y distancia comenzaban a pesar.
Ese fue el detonante. Sus necesidades, contra la indiferencia de su esposa, lo llevaron a buscar una solución, aunque no imaginó cómo terminaría.
Una tarde llegó a casa, fue a la cocina por una cerveza y se topó con su pequeño Omega, que trataba de cocinar algo y estaba a punto de quemarse.
- ¿Qué estás haciendo? -cuestionó sin importarle lo que ocurriría, abriendo el frigorífico sin mayor preocupación.
Yune volteó, y al hacerlo el sartén resbaló por completo. Soltó un grito de dolor y brincó hacia atrás por reacción, el aceite había alcanzado a salpicar sus pies y fue demasiado doloroso, aunque no grave.
- ¿Dónde está la cocinera? Tú no deberías usar la estufa.
- ¿Por qué me preguntas? -murmuró el chico frunciendo el ceño con cierta molestia, eran las primeras palabras que cruzaban desde que se comprometió. -Hace semanas no trabaja aquí la señora Marina.
- ¿Qué? ¿Y eso por qué? Eso no lo sabía. -y al parecer la noticia no le agradó.
-Emma, tu esposa la corrió.
-Seguro tendrá sus razones, yo no he comido aquí hace mucho, tal vez ni siquiera sea necesario, al parecer estás aprendiendo a cocinar.
Yune ladeó el rostro viendo el plato de huevos revueltos que preparó, estaban horribles, quemados y llenos de tanto aceite que escurría. ¿Por qué era tan difícil? Suspiró tomándolos y los colocó en el frigorífico, de pronto olvidó el hambre, se dirigió a la salida suponiendo que no había mucho qué decir.
- ¿A dónde vas?
-A dormir.
- ¿Y por qué sales?
- ¿Tampoco notaste esto? -le miró con ironía, pero el reproche en esos ojos verdes era inminente. -He dormido en la casa de cristal hace meses, me gusta ese lugar, aunque, se ha acabado la comida.
- ¿Comida? Yo no dejé comida, eran golosinas.
-Bueno, yo no sé cocinar, y corrieron a Marina, pensé que no me moriría de hambre si me comía todo antes de intentar cocinar.
-Mañana contrataré a una cocinera para ti, te ves muy delgado, ¿cuánto tiempo hace que no comes?
-Lo suficiente para quemarme intentando prepararme algo.
Dante no dijo más, no pensaba en Yune ahora, ya ni siquiera le importaba dónde dormía, ni qué comía, sólo pensaba contratar a alguien para que su mascota no muriera de inanición. Sí, había olvidado el cariño y sentido de protección que tenía hacia el pequeño, ahora su mente estaba nublada y no veía más allá de sus problemas maritales.
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NO FUE MI CULPA
FantasyEste es un universo alternativo, donde hablamos de categorías por especies, humanos genéticamente modificados. Omegaverse, algo así. Yune es la mascota de Dante, quien lo ha cuidado durante varios años, pero todo cambia con la llegada de una mujer...