Epílogo

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—No puedo creer lo que me estás diciendo ¡me han engañado todo este tiempo!... — Dice el hombre sorprendido ante la confesión que le estaba haciendo la mujer que tenía en frente y que por mucho tiempo consideraba su familia, amiga y una de sus salvadoras. — ¿Pero por qué? —Le dice a la mujer mientras están en una pequeña cabaña cerca de Vancouver.

—No fue nuestra intención, estábamos asustadas, ese hombre nos tenía acorraladas, nos iba a vender al mejor postor, de seguro ahora estaría prostituyéndome en algún lugar de mala muerte... —Dice la chica, sus palabras se salían de su boca de manera atropellada. —Íbamos esposadas por ese paraje, él había dicho que estaba desierto y que nadie nos encontraría allí... no teníamos a nadie. Salimos de nuestro país en busca de una vida mejor... más calmada. ¡No teníamos la intensión de destrozarle la vida a nadie! Ese hombre supo de nuestra situación y se aprovechó de nosotras.

— ¿Cómo paso? —Pregunta el hombre mientras ve que la chica lo mira con terror en sus ojos, él estaba muy molesto por lo que acababa de descubrir— ¡DIME! ¿QUÉ FUE LO QUE PASÓ?—repite nuevamente.

—Ángel, somos ilegales, estamos en el país con documentos falsos, ¡Por favor no nos delates!—Le dice la chica, en un tono que denota su miedo.

-¡Solo dime que pasó!— Repite el hombre, tratando de calmarse, la chica suspira y comienza a decirle:

— ¡Un Helicóptero cayó cerca del lago! Mike, el traficante que nos tenía, vio todo y se acercó a ver. Vimos a dos personas salir del aparato, uno iba mal herido... la mujer salió corriendo en busca de ayuda. Fue cuando Mike se acercó al sujeto y lo aparto del Helicóptero, vio que el hombre tenía dinero encima, se veía que era una persona adinerada, estaba encantado con la idea de aprovecharse de la situación lo más posible. El hombre estaba desmayado tenía una herida en su cabeza y una pierna lastimada. Mike robo su billetera con sus documentos y se acercó al aparato para ver que más provecho podía sacar del asunto. ¡Fue cuando el aparato explotó! —Dice la chica.

—El golpe de la cabeza del hombre fue muy fuerte, Lucia y yo intentamos zafarnos en cuanto pudimos, la tormenta ayudó a que el fuego mermara y pudimos acercarnos y conseguir las llaves de las esposas. Pero el hombre estaba mal herido. Nos llevamos al vehículo de Mike y condujimos todo el camino, hasta llegar aquí. Este es un lugar muy calmado y hemos vuelto a empezar nuevamente... Ángel... ¡Ese hombre, eras tú! — Le dice.

— ¿Por qué no recuerdo nada de eso? —el hombre recordaba otras cosas, imágenes que se entrelazaban entre sueños, pesadillas de un niño al que un hombre que imaginó era su padre, golpeaba y quemaba con cigarrillos, y otras de unos ojos... unos cálidos ojos azules que le miraban anhelando algo de él que aún no lograba entender. Esas imágenes lo habían atormentado todo este tiempo desde que podía recordar...

—Angel, perdónanos. —dice la mujer, sus lágrimas no dejaban de brotar por sus mejillas, ella era casi una niña y había sido manipulada toda su vida.

¡No!—pensó Angel — ¡Ella solo es una víctima más!

— ¿Y yo? —Le replica a la mujer— no se les ocurrió decirme antes, no sé de dónde vengo, tal vez alguien esté buscándome.

—Ángel, no sabemos nada de ti, de tu pasado, todo este tiempo te cuidamos y después gracias a ti se nos han abierto varias puertas y nos ha ido bien en esta nueva vida. Lucia y yo no tenemos como pagarte.

— ¿Por qué no me lo dijeron antes? — Pregunta el hombre.

— ¡Porque Lucia se enamoró de ti!... pensó que si te tenía con nosotras, tal vez pudieses enamorarte de ella. Tenía miedo que si te lo decía te fueras para siempre.

Aprendiendo a Vivir Sin TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora