Capítulo 18

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POV Anastasia

Despierto en el cuarto vacío del hospital. Mi cuerpo es un ente inerte, simplemente flota en el aire como un ser omnipresente, viendo todo a su entorno pero en sí, se encuentra totalmente desligado de la situación.

Las palabras de Ros, suenan en mi cabeza, una y otra vez. ¡Christian murió! ... Siento que mi alma se ha ido con él, volví a ser una isla independiente. Una tierra despojada y arruinada por la guerra, donde no vuelve a crecer nada y cuyo porvenir es inhóspito, la misma devastación que sentí cuando le dejé...

¡No!... ¡No es igual! Antes sabía que estaría por allí en cualquier parte, en cualquier rincón de Seattle, dándole órdenes a sus empleados, o tal vez me lo encontraría en las noticias de la televisión, o escuchar que ha realizado alguna fusión o adquisición importante... que había agrandado aún más su enorme imperio... O en las páginas sociales dándole su apoyo a alguna institución benéfica.

Por ahora, ¡Ya siento el dolor del primer momento! Ese que desgarró mi alma por dentro hasta hacerla añicos, tampoco la sensación irreprimible de llorar, ni siquiera tengo ganas de levantarme, abrir los ojos y salir gritando como lo hice hace poco... ¡No siento nada! ... ¡estoy vacía!

¡El sol se ha vuelto a poner y no volverá a salir jamás!... ¡Oh Dios Mío! Viviré en una noche perpetua por el resto de mi vida.

Abro los ojos lentamente, luego entra la enfermera Marcia a revisar mis signos vitales.

— ¡Buenos Días, señorita Steele!, veo que el día de hoy está mucho más calmada, el doctor vendrá a verla pronto, su padre está esperando para que el médico de su consentimiento para verla. — Me dice.

— ¿Mi padre está aquí? —Le pregunto a la enfermera, siento que si lo veo acabaré más desolada aun.

—Sí, su padre está aquí, como todo este tiempo desde que tuvieron que hospitalizarla. Ha estado muy preocupado por usted, ayer nos dio un buen susto, cuando escapó de la habitación y luego cuando le dio ese ataque de histeria. ¡Su presión se elevó por los cielos, señorita Steele! Gracias a Dios hoy se la ve mucho mejor.

¡¿Mucho mejor?! Si la enfermera supiera que ante ella solamente está un caparazón seco, totalmente vacío, ¡Mi alma ha abandonado mi cuerpo para irse con él!

-¿Cuando me podre ir de aquí? —le pregunto a la enfermera.

—Aún se encuentra muy delicada, sin embargo el doctor vendrá dentro de poco, por suerte le enviaremos a una habitación esta tarde y podrá verla su padre y amigos.

— Quiero hablar con el doctor. —Le digo —Creo que ya no es necesario que me tengan un segundo más aquí, ¡Quiero que me dejen salir del hospital!

De repente siento más confianza en mí misma, aquella confianza que él me dio, esa que hizo engrandecer mi autoestima. Por ahora es lo único que tengo y que pretendo conservar porque mi amor me lo dió. No dejare que me tengan más tiempo aquí en contra de mi voluntad.

— Señorita Steele, aún no se puede ir de aquí, no es recomendable...

— ¡De ahora en adelante yo decidiré lo que es recomendable para mí o no! —Le digo calmada. —por favor llame al doctor, quiero hablar con él.

En ese momento la enfermera me ve con suspicacia, pero se retira, y en unos veinte minutos regresa con el doctor Brown.

—Señorita Steele, me ha dicho la enfermera que quiere que se le dé el alta, creo que eso no será posible el día de hoy, usted acaba de salir de una crisis que originó una peligrosa subida de tensión, no sería ético que la dejara salir.

Aprendiendo a Vivir Sin TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora