Él levantó un poco su mano y luego me dijo que hiciese lo mismo. Nuestras manos se unieron, la suya era tan suave, y por supuesto, tenía esa extraña marca de pétalos.

Theo me mira con ternura. Soy capaz de sentir su respiración, la cual es lenta.

«¿Estará bien su corazón? Es probable, tiene diecisiete años y ha salido de mis sueños».

Puedo sentir una ligera brisa en mi rostro, nuestros labios alcanzan a unirse en este lugar, aparentemente abandonado.

Su beso... quiero decir, nuestro beso, es más dulce que los chocolates rellenos de mora, más dulce que todo lo que pueda ser dulce.

Ahora ese beso es profundo. Ambos lo sentimos. En verdad estoy besando al chico de mis sueños, y él... ¿Qué seré yo para él?

La brisa es más fuerte, pero eso no detiene el choque de nuestros labios.

Mientras abro un poco los ojos, consigo ver como una flor ha nacido rápidamente en uno de los árboles.

Mis labios se separan de los suyos con suavidad.

—Esto no es usual... ¿Qué significa esto? —le pregunto.

—Es una flor que nace, y mira, hay más, siguen apareciendo.

—Theo, ¿Acaso haces esto con tu magia?

—No, yo no estoy haciendo esto.

Él no dijo nada más, solo me tomó del brazo, besándome de una manera tan apasionada que no vi venir.

Así fue por varios minutos, y cuando el beso terminó, fuimos testigos de algo impresionante.

Mucho césped había nacido. Estábamos rodeados de claveles y rosas. Sin duda era un espectáculo cautivador que sucedió mientras nos besábamos.

«Cuánta magia» —pensé.

Theo extendió su mano, colocándola bajo de mi camisa, tocando mi pecho y probablemente, sintiendo los latidos de mi corazón.

—¿Qué haces, Theo?

—Es una hermosa cicatriz la que tienes en tu pecho —opinó—. ¿Está tu corazón bien ahora? ¿Has tenido más cirugías?

—¿Cómo supiste que tengo una cicatriz en mi pecho? —Solté en un murmullo—. ¿Y cómo sabes que fui operado del corazón? —quise preguntar.

—Estoy ligeramente cansado de tus preguntas obvias —dijo con una risilla—. Vengo de tus sueños, y sé todo sobre ti, no lo repetiré más.

—Me operaron cuando tenía seis años —admití—. Mi corazón no funcionaba bien, aun así la operación de diez horas fue todo un éxito, y ahora estoy sano.

Hice una breve pausa.

—¿Sabes? Esta cicatriz, ni siquiera Marisa sabe que la tengo. Solo papá y mi abuela la han visto.

—Me alegra que estés sano —dijo, alegre—. Y que tengas una bella cicatriz que refleja tu valor, pero más me alegra verte sonreír después de cada beso que nos damos.

—Eso es lindo —quise sonreír para él de nuevo.

—Lo ves, Anthony. Todo es más bonito cuando sonríes.

—Lo sé, es solo que a veces no me gusta que me vean triste, por eso finjo sonrisas.

—Pues valoraré cada sonrisa real de Anthony Spring.

—Theo, ¿por qué eres tan lindo conmigo?

—Yo te amo.

Cuando quise responder a la expresión de sus sentimientos, una voz chillona se escuchó en el lugar.

Volverá la primaveraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora