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Llevaba días corriendo por el bosque, huyendo, escabullendose, todos esos calificativos que tenían que ver con esconderse, por las noches, que fue en una de ellas cuando sus piernas comenzaron a andar entre los árboles, corría y en el día dormía un poco. No pensaba en comer a pesar de que llevaba una semana entera varada; al menos hasta esa noche

Un grupo de chicos la encontraron aunque, obviamente, no era a ella a quien buscaban, sin embargo eso no fue razón para dejarla y seguir de largo, le ofrecieron información, lugar en el asiento de la motocicleta de uno de ellos, Daryl, y un lugar dónde dormir

—Buscamos a un amigo...— le confesó el castaño en la parte de arriba de la litera, ella escuchaba sin decir nada, no lo creía conveniente si ella iba servir como rastreadora se mantendría al margen y solo proporcionaría pequeños detalles

Al menos diez noches donde Daryl Dixon no le dejo volver a las tinieblas del bosque ni él ni ningún otro chico con los cuales entabló amistad, le tenían vigilada durante las excursiones de búsqueda y las 12:30 era el toque de queda, para ella.

—Hola Carol...— sintió un frió viento rodeandola y solo giró su vista para encontrarse con lo último que quisiera ver, una sombra humana tan oscura que era fácil distinguirle además de tener dos grandes ojos amarillentos que parecían bombillas navideñas incrustradas, Peletier sabía que era obra de su imaginación y que él solo era uno más en la lista de demonios y voces con los que lidiaba desde que tenía uso de memoria,

—Largate.— ladró volteando  al lado contrario y la sombra le siguió
—Sabes que no es bueno que actúes así, las cosas empeorarian y todos terminarían muertos...—  juraria que había elevado su barbilla, ella unicamente movio la cabeza hasta que los recuerdos ante esa frase casi hicieron que un montón de lágrimas se acumularán en sus ojos, cerro los ojos y sacudiendo levemente la cabeza como si eso echara fuera todos y cada uno de los momentos que pasaban por su mente

Duro algunos pocos minutos hablando con aquella, cuando finalizo la sombra reía mientras se desvanecía en el aire, Carol rogaba que nadie la hubiese visto discutir con el propio viento, se tiro de rodillas al suelo, rendida, encajandose unas cuantas piedras en estas pero no le importo

—¡Carol!— escuchó atentamente por el camino dónde le llamaban, era uno de sus custodios, tardo cinco minutos en acercarse y efectivamente se trataba de Rick, era el tipo de mejor amigo que tomaba el lugar de líder y hacia lo que estuviera en sus manos por los suyos, incluso que salieran sin rasguños

El decía que ahora ella era de los suyos.

Volvió a casa después de encontrarse con Rick, pues como era marcado pasaban de las doce treinta

—¡La policía arruina todo, maldita sea!

—Hey! ¡Yo trabajaré ahí Ford!

—¡Y bien por ti, Rick!

—Alto! Ya, Carol ¿viste algo? — la jóven pelirroja pasó su vista por los presentes: Daryl, Rick, Abraham y Glenn, que para aclarar es coreano no chino. La mencionada dudo un poco, tal vez haciendo un plan de respaldo para evitar contar su pelea imaginaría

Por suerte antes había encontrado un par de pistas, sacó la cámara que cargaba consigo incluso antes de concerlos y rebuscó en sus bolsillos la tela que encontró 

—chicos, dejen de jugar a hacer nuestro trabajo y vayanse. — los policías de woodbury habían cerrado la calle, no había más salidas.

Carol bajo de la parte trasera de la motocicleta del menor Dixon, su nuevo lugar por excelencia, Daryl intento detenerla, pero ella con un solo gesto le obligó a quedarse como espectador

—Oficial Benner, usted NO quiere evitar esto, de verdad. — su voz, una que para Daryl era perfecta, angelical y melodiosa, se había convertido en una escalofriante, aunque aun mantenía su calma una que hizo estremecer a todos.

—Mire, señorita, este no es asunto suyo sus amigos se metieron en muchos problemas y para este punto la única orden es que esten muertos...— con su cabeza el policía señalo a sus compañeros a los chicos del lado contrario de la avenida, autorizando el uso de las armas, todos, obedientes las alzaron apuntado con los dedos en el gatillo

El corazón de todos se detuvo, era el fin, nunca encontrarían a Paul y nunca sabrán dónde fue, ¡No tenían las pistas suficientes!

—A la cuenta de tres, disparan — Sentenció el sheriff Benner y sus compañeros asintieron mientras casi orinaban sus pantalones, los chicos no eran un problema, era la chica tan tenebrosamente calmada al frente.

—uno...

Carol cerró sus ojos presionando con fuerza igual que sus puños, luego sin abrirlos inclinó un poco la cabeza hacia delante

—dos...

El hombre titubeo sin quitar la vista de la chica que comenzaba a emitir una luz roja de sus manos

—tre...

—¡No!— Carol porfín abrió los ojos, los cuales de ser azúl cielo pasaron a
un deslumbrante rojo carmín, sus manos antes empuñadas a los lados  estaban extendidas hacia ellos dónde con un potente grito y en un pestañeo los había hecho volar un par de metros

Los oficiales, sin contar a Benner, quedaron inconscientes al impacto, pues no solo sus cuerpos fueron arrojados si no también los autos, el jefe había salido casi "ileso" , pero estaba aterrado, Peletier se acercó a él

—Buscaremos a Paul y ustedes no se meteran con eso, pueden ocurrir cosas peores...— Amenazó con calma y normalidad aunque sus ojos seguían siendo muy rojos, el sheriff temblando de terror asintió, la pelirroja con una complaciente sonrisa se dispuso a regresar con sus amigos que se encontraban pasmados boquiabiertos.

Cuando se estabilizó el oficial aún mareado se puso de pie y apunto hacia la espalda de la joven  pero ella con un simple movimiento de cabeza rompió su brazo izquierdo

— Eso fue incre... ¡Carol! — escuchó por último la de ojos bicolor antes de desplomarse en el suelo.

𝑪𝒂𝒓𝒚𝒍: 𝘵𝘩𝘦 𝘴𝘶𝘯 𝘢𝘯𝘥 𝘵𝘩𝘦 𝘮𝘰𝘰𝘯Where stories live. Discover now